Anteriormente
el tejido adiposo había sido considerado como un mero almacén de triglicéridos
donde se albergaban los excesos calóricos. Pero hoy en día esa consideración ha
cambiado completamente al adquirir funciones propias de un órgano, con fuertes
implicaciones metabólicas y endocrinas para el resto del organismo. Su
importancia es tal, que es imposible procurar una salud óptima si sus funciones
se encuentran deterioradas.
De ese equilibrio entre la hipertrofia e hiperplasia dependerá en gran medida la estabilidad para el resto del organismo, pero la imposibilidad de acoplar el exceso calórico a la formación de nuevos adipocitos predispone a un estado proinflamatorio que puede suceder por una expansión exclusivamente hipertrófica del adipocito, algo que subyace en muchos de los trastornos metabólicos tan presentes en la actualidad.
La cuestión es que adelgazar parece convertirse en un fin en sí mismo, pero principalmente cuando se han comenzado a evidenciar estos problemas, algo que nos puede llevar a actuar a la desesperada, y en cierto modo es verdad que algo hay que hacer si no se quiere restar, no sólo, calidad de vida sino también años de ella.
Pero tratar de adelgazar no es, ni mucho menos, una tarea sencilla, a tenor de las cifras crecientes de sobrepeso y obesidad. Y aunque muchos parecen tener la receta mágica para hacerlo de modo satisfactorio, siento discrepar en este sentido, y no porque esa receta no sirva realmente para perder peso..., ¡qué va!, seguramente adelgazar sea una labor relativamente sencilla para quien tiene una fuerte determinación por hacerlo, pero esto no es sinónimo de éxito; esta consideración debe quedar reservada exclusivamente para los que además de MANTENERLO, no menoscabaron su salud por ello. En cualquier otro caso, el intento debe ser considerado simplemente como un FRACASO. Mirarlo de otro modo es simplemente engañarse.
Pero enfrascarse en la defensa del método empleado para llevar a cabo tan admirable misión, que es adelgazar y "no morir" en el intento, requiere de fuerte dotes de objetividad para no perder la perspectiva de lo que realmente sucede en nuestro organismo, siendo además esta cuestión la que más nos debería preocupar..., pero por desgracia sólo se atiende al resultado; de este modo, "el fin" asume la totalidad del protagonismo. Pero no puede ser "fin" aquello que en realidad NO LO ES. Las prisas por resolver problemas enquistados con el trascurrir del tiempo, pueden llevarnos a la desesperación, y esta es siempre mala consejera. Perder peso no debe ser nunca nuestra META, sino una simple CONSECUENCIA. El fin de toda persona, en todo caso, sería vivir, cada uno a su modo, pero respetando siempre ciertas reglas que nos mantienen unidos al mundo al que inexorablemente pertenecemos. Si somos respetuosos con nuestro cuerpo y nuestras ideas; si buscamos el orden; si recuperamos nuestra esencia natural, como seres naturales que somos; si atendemos sutilmente a las señales que nuestro cuerpo constantemente nos trasmite, si no nos dejamos embelesar por grandilocuencias y empleamos el sentido común, volveremos a actuar con normalidad, y en esta forma de obrar, coherente y sencilla, nuestro cuerpo se expresará como mera consecuencia de lo que hacemos. Tan sencillo y tan difícil como eso.
Entiendo, no obstante, que todo esto puede ser mera palabrería para quienes han agotado su tiempo y necesitan resultados rápidos para paliar los síntomas de una acción incorrecta y mantenida por años. Pero los atajos de la desesperación podrían llevarnos al lugar opuesto del pretendido, y sin un cambio de actitud las consecuencias esperadas nunca se expresarán, y esto por desgracia no sucede en poco tiempo.
Pensamos que existe magia en la proporción exacta de los diferentes macronutrientes que consumimos, y muchos tratan de identificar la justa cantidad de cada uno de ellos para lograr la transmutación de un cuerpo enfermo a uno sano, o incluso más allá, pero por desgracia no podemos jugar a ser alquimistas ni con los alimentos ni con las sustancias que habitualmente empleamos para corregir nuestros males. Aunque la idea seduce..., no lo voy a negar, pero las panaceas siempre acaban diluyéndose en sutilezas individuales, algo que debe servir para disuadirnos a la hora de buscar remedios o recetas universales.
Por este mismo motivo, cuando uno trata de adelgazar, no puede dejarse arrastrar por tendencias concretas, acoplándose dócilmente a ellas esperando que obre la magia. Debemos recuperar nuestra individualidad para poder afrontar con exactitud el procedimiento más adecuado a seguir, pero siempre dispuestos al cambio. Esa es la clave, no podemos disimular las señales que nuestro cuerpo emite y pensar que nuestro metabolismo "altamente adaptable", debería sacar siempre rédito de cualquier situación. Esto no es ni mucho menos una crítica a la paleodieta, a la dieta de la zona, a la dieta montignac, a la dieta dukan o a cualquier otra dieta que se nos ocurra, es una crítica a la tendencia, a la generalidad, a todo aquello que no respeta la particularidad del caso concreto. Somos únicos y mutables, y eso nos hace extremadamente complejos, porque ni tan siquiera somos idénticos en momentos diferentes..., las circunstancias modifican siempre nuestro estado de manera dinámica, y eso es algo que siempre deberemos tener presente.
Bueno, ya sé que este no
es un post de los habituales lleno de hormonas, citoquinas, y reacciones
metabólicas, tiempo habrá para ellos..., pero creo que también es importante
realizar de vez en cuando alguna parada técnica antes de proseguir, de
este modo no perderemos nunca las perspectivas de lo que estamos haciendo. Si
no sabemos cuál es nuestro lugar y cuáles las verdaderas posibilidades con las
que contamos, podría suceder que fuésemos arrastrados por diversas tendencias
amparadas supuestamente en beneficios colectivos, pero qué duda cabe que estas
podrían ser poco respetuosas con cada uno de los individuos que las conforman,
y esto es, al fin y al cabo, lo que más nos debería importar.
Impresionante. Enhorabuena tio. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Buen trabajo Carlos.
ResponderEliminarGracias Ruben, me alegro que te haya gustado. A ver si poco a poco, y entre todos somos capaces de lograr un punto de inflexión.
EliminarGracias, gracias y gracias por esta entrada. Un post imprescindible, me atrevería a decir que de obligada lectura para todo el mundo.
ResponderEliminarGracias Ignacio, me alegro que te haya gustado esta entrada, no de las habituales, pero sí que por lo menos invita a la reflexión.
Eliminarsin palabras!! no creo que sea posible hablar mejor. Bravo!!
ResponderEliminarGracias, sinceramente...
EliminarSin duda una reflexión muy acertada. La perdida de peso como una consecuencia de la modificación de hábitos y no como objetivo principal. Al menos eso es lo que yo defiendo. Saludos
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