jueves, 21 de marzo de 2013

INSULINA Y CORTISOL. LAS CARTAS ESTÁN ECHADAS

Ayer hablamos de la insulina, y vimos como solo afecta a los transportadores GLUT-4, que son los situados en las membranas celulares del tejido adiposo y muscular, de tal forma que ante un aumento de los niveles de glucosa en sangre propiciado por comidas ricas en hidratos de carbono, la insulina promoverá su despeje a los tejidos que mejor la pueden tolerar; hasta aquí ningún problema, digamos para entendernos que un exceso de azúcares en sangre es eliminado por la insulina introduciéndolos en dichos tejidos, una vez en ellos las alternativas de la glucosa son muy pocas: o es oxidada para obtener energía o es convertida en grasa, así de sencillo, lo que significa que si eres un deportista y te mueves con frecuencia, puedes "quemar" ese combustible que va entrando a tus músculos, y posiblemente no tengas mayor problema, al menos mientras el resto de tu sistema hormonal funcione correctamente, y tu musculatura sea consistente. Otra cosa será cuando bajes la intensidad de los entrenamiento o simplemente cuando vayas envejeciendo; en éstos casos si no modificas esos hábitos seguramente los problemas que no habías tenido antes comenzarás a tenerlos.

Pero ahora quiero presentar a otra hormona muy conocida por todos nosotros, se llama cortisol. Sí, esa hormona malvada encargada de quitarnos nuestra masa muscular para convertirla en glucosa (gluconeogénesis), esa hormona que redistribuye nuestra grasa corporal para concentrarla donde más nos fastidia, la zona abdominal, sí, esa misma hormona que acaba por apartarnos de los entrenamientos "exigentes y constantes" que tanto nos gusta hacer. Ésta hormona por desgracia se ha convertido en un compañero de juego de la insulina, cuando llegan a tomar el control de nuestro organismo nos podemos dar por perdidos.

El cortisol, es considerado como una hormona de estrés, su secreción en nuestro organismo obedece a circunstancias externas o (internas) que nos preparan para una situación crítica, aumentando los niveles de glucosa, ácidos grasos y aminoácidos para ser utilizados en caso necesario. Circunstancias como una prueba deportiva, un examen, una discusión, o situaciones de nuestro propio organismo que se manifiesten con algún desequilibrio pueden propiciar su estimulación.

Al igual que la insulina, el cortisol tiene funciones muy tasadas y concretas si se enmarcan dentro de los limites lógicos para los cuales han sido diseñadas. Pero el problema actual es que su secreción, antes puntual, se ha convertido hoy en día en una constante que en lugar de ofrecer sus virtudes nos muestran la cara más amarga que sus altos niveles, de manera permanente, pueden ofrecer. Vimos como comidas ricas en azúcares día tras día, aumentan los niveles de insulina en sangre de manera constante, hasta aquí no existe ningún problema siempre y cuando seamos capaces de oxidar toda esa glucosa o simplemente nos convirtamos en obesos. Y aquí es donde el cortisol se convierte en un aliado de primer orden con la insulina, para llevarnos de su mano al inicio de una serie de trastornos que desencadenan primeramente en un síndrome metabólico y finalmente en una diabetes e inclusive en un cáncer. ¿Cómo sucede todo?, cuando a niveles elevados de insulina por nuestra "exquisita" dieta rica en hidratos y azúcares, la acompañamos de una vida de constantes preocupaciones, entrenamientos extenuantes, falta de horas de sueño, etc, etc, nuestros niveles de cortisol comenzarán igualmente a ser elevados, ésto lleva a una serie de consecuencias como hemos visto, (degradación de la musculatura para convertirla en glucosa, aumento de aminoácidos y ácidos grasos libres), es decir, el efecto sumatorio que realiza el cortisol, aumentando los niveles de glucosa junto al propiciado por la dieta contribuye a un aumento aún más si cabe de la insulina lo que nos convertirá progresivamente en obesos, pero en realidad lo que más me preocupa de ésta situación son los ácidos grasos libres, ellos según las últimas investigaciones han mostrado la capacidad de crear resistencia a la insulina, (además de las citoquinas inflamatorias), el proceso parece deberse a que cuando esos ácidos grasos libres entran en la célula en lugar de almacenarse como triglicéridos lo hacen como intermediarios de éste, como pueden ser las cerámidas y diacilgliceroles que provocan una inhibición de la señalización de la insulina, provocando finalmente resistencia a la misma. Y aquí es donde empieza el inicio del fin. Mientras hemos mantenido la sensibilidad a la insulina hemos sido capaces de utilizar los excesos de glucosa en sangre gracias al ejercicio o bien nos hemos convertido en obesos, pero cuando finalmente nos hacemos resistentes a la insulina nuestro aliviadero de glucosa dejar de funcionar lo que significa que los niveles de ésta comenzarán a aumentar progresivamente en sangre, el páncreas tratará de aumentar aún más la secreción de insulina, pero éste proceso destructivo sigue avanzando, cada vez existen más ácidos grasos libres en circulación, nuestros hígado comienza a funcionar peor porque se llena grasa, las células cada vez le cuesta más reconocer la insulina hasta que finalmente nos "cargamos el páncreas", y ahora ya sí tenemos un gran problema.

¿Qué se puede hacer?

-Primero.- Tratar de mantener un peso razonable, evitando porcentajes altos de tejido adiposo (existe una correlación directa entre el porcentaje de éste tejido y la resistencia a la insulina).
-Segundo.-Llevar una dieta donde los hidratos de carbono sean principalmente de los beneficiosos, como verduras, frutas, hortalizas, etc.

-Tercero.- Ser activo, no quiero decir con ésto que nos peguemos la paliza en el gimnasio y el resto del día permanezcamos despanzurrados en el sillón. Hay que realizar ejercicio, eso está claro, y es posible que algún que otro día nos demos la gran paliza, pero hemos de procurar el resto del día, seguir con alguna actividad que nos mantenga dinámicos, ésto de hecho puede ser más importante incluso que nuestros entrenamientos de crossfit (por poner un ejemplo je,je). Bueno, creo que me entendéis.

-Cuarto.- Si nuestros niveles de tensión por cualquier circunstancia personal son elevados, debemos practicar relajación sí o sí. Es fundamental sosegarnos para evitar que el cortisol se mantenga alto la mayor parte de el tiempo, además ésta relajación aún hecha por el día nos ayudará a dormir mejor por la noche, algo que se torna en primordial.

-Quinto.-Éste punto se relaciona un poco con el tercero. Hemos de procurar realizar un ejercicio aeróbico suave como parte de nuestra rutina de entrenamiento (amén de los días de descanso), pues de éste modo podemos oxidar (beta-oxidación) los ácidos grasos que llegan a célula y así impedir que puedan causar los problemas de resistencia a la insulina ya mencionados.

Bueno, creo que con éstos consejos podemos estar "seguros" que lograremos mantener disciplinadas a las dos "chicos malos" de nuestro cuerpo: la insulina y el cortisol.

2 comentarios:

  1. 7 años de médico en médico y nadie sabe decirme pq una persona q entrena 6 días x semana intensamente , tiene la glucemia en 104 , está con permanentes hipoglucemias reactivas y está desarrollando hiperinsulemia y vosotros... Habéis dado en el clavo de exactamente lo q me está ocurriendo.Gracias de corazón

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  2. Tienes que verificar tu hormona tiroidea. Esta es la verdadera causante de el desajuste hormonal y lo que hace que seas resistente a la insulina ademas de mantener altos los niveles de cortisol.

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