martes, 9 de diciembre de 2014

¿MENTE ENFERMA EN UN CUERPO SANO?

     Estoy últimamente muy apartado del blog…, pero espero reconducir la situación en breve y volver a dedicarle más tiempo. Supongo que esto son rachas que suceden, bueno, ya veremos...

    Muchos pueden pensar que la salud debe ser la meta a lograr, porque sin ella es muy difícil disfrutar del momento. Pero yo me pregunto, ¿por qué debemos buscar algo que en teoría debería presuponerse? El ser humano parece ser el único en la naturaleza que busca cosas diferentes al resto de los animales, claro somos animales racionales y nuestras miras siempre deben ser elevadas, ¿verdad? Es posible que visto desde dentro, las cosas puedan apuntar en ese sentido, pero si pudiésemos elevarnos, ver las cosas desde otro punto de vista, como si fuésemos miembros de una lejana civilización alienígena que observara desde las alturas, seguro que no pensaríamos del mismo modo al ver como ese supuesto ser racional, que en teoría somos, se comporta casi casi del mismo modo que el resto de los moradores del planeta.
Es verdad, desde las alturas ya no somos tan impresionantes, ni mucho menos. Nuestros sentimientos, nuestras razones para obrar, nuestras metas, nuestras ilusiones, nuestras inquietudes y nuestras rarezas se diluyen progresivamente a medida que vamos adquiriendo una visión más global de lo que sucede a nuestro alrededor. No, no somos tan diferentes a otros seres vivos. Pero nada malo debemos encontrar en ello, por supuesto qué no; y creo que la clave se encuentra precisamente en eso, sólo hay que mirar con un poco más de detenimiento para darnos cuenta que quizás son nuestros pensamientos los que podrían estar atentando gravemente contra nosotros mismos, y esa inteligencia que se nos presupone, capaz de resolver muchos problemas matemáticos, físicos y tecnológicos que nos acucian en la actualidad, se ve incapacitada para gestionar con eficacia los problemas que hieren al alma... (me ha quedado demasiado poético, ¿verdad?)


   Alguno podría decir: ¿qué tiene que ver esto con la obesidad y la salud? Yo diría que bastante, porque sin un adecuado equilibrio psicológico y emocional es muy difícil tener las cosas bajo control. No nos confundamos, no somos seres creados en un laboratorio. La tecnología que nos acompaña es un mero ropaje incapaz de cambiar nuestra esencia y aunque muchos anhelen convertirse en seres cibernéticos situados por encima del bien y del mal, ese deseo, hoy por hoy, es una simple quimera. Por tanto, es importante 
relativizar los problemas y asumir cuál es nuestro verdadero rol; no somos entes con fines diferentes al resto de los seres de la naturaleza, y aunque hayamos adquirido la capacidad de aniquilarla eso no cambia nuestra procedencia. Nuestro pensamiento enferma, y nuestro cuerpo como consecuencia de ello, también. 


   Muchos creen que el alarmante aumento de sobrepeso y obesidad en el mundo, podría ser corregido estableciendo un equilibrio entre las calorías consumidas y gastadas, de este modo se podría lograr una transformación favorable en cuanto a la composición corporal se refiere, alcanzando incluso el esplendor de tiempos pretéritos, pero esto, como bien sabemos, no nos asegura el éxito en el largo plazo; sin un cambio radical en nuestra forma de pensar, las opciones de futuro no serán nunca excesivamente halagüeñas. Solamente encontrando el equilibrio en nuestro pensamiento (se traduce en quietud) tendremos las posibilidades de lograr una auténtica y definitiva transformación en lo que debería ser un viaje sin retorno.

    Pero, claro, yo me pregunto: ¿cómo es posible ser lo que en realidad no eres?¿es qué acaso uno pude disfrazarse de cualquier cosa y convertirme en lo que representa...?¿cómo puedo ser delgado de modo definitivo si en mi cerebro sigue existiendo una persona obesa? Si no somos capaces de relativizar, es imposible lograr el equilibrio necesario para poder vivir sin la culpa que esto genera. Sé que tomar conciencia de nuestra suerte (destino) puede ser un lastre más que una ventaja. La sustitución del comportamiento instintivo por el racional requiere, tal vez, de un 
pensamiento sosegado para gestionar de forma acertada una ingente cantidad de emociones que surgen de nuestra interacción con el mundo que nos rodea, de otro modo, esa supuesta libertad de acción se convertiría en comportamiento veleidoso, representativo de un pensamiento errático, desordenado y momentáneo, muy de moda en los momentos actuales, por ello, no es de extrañar el consumo disparado de ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos en todo el mundo, curiosamente en cifras comparables al aumento del sobrepeso y obesidad. Si nuestra mente enferma, nuestro cuerpo va detrás..., y por más que intento comprender esta situación, no veo esa supremacía del ser humano sobre los demás. Necesitamos parches para vivir; nos hemos preservado tanto del mundo que nos rodea que somos incapaces de valernos ya por nosotros mismos, necesitando píldoras para casi todo, y el no consumirlas te convierte de facto en un bicho extraño.


   Procurarnos una vida excesivamente cómoda nos está conduciendo a la situación opuesta, y esa debilidad de carácter que ocasiona una vida demasiado asistida impide que podamos gestionar con eficacia los problemas que se suscitan por el mero hecho de vivir. Creo que la única solución que nos queda es dar un giro de 180º y volver a reencontrarnos con ése ser ancestral que todavía mora en algún recoveco de nuestro ser. No quiere decir esto que tengamos que coger una lanza y salir a cazar jabalíes, sería suficiente con aplicar algo de movimiento a nuestra vida, evitar aislarnos excesivamente de nuestro entorno y tratar de no amortiguar esa realidad áspera que nos envuelve con píldoras de colores para hacerla más "digerible". Si no operamos estos cambios, si no comprendemos cual es nuestro lugar en el mundo, no habrá esperanzas para nosotros. Y esto que nos sucede internamente no cambia en realidad las cosas, porque en definitiva nuestro suerte seguirá siendo la misma que aquellos otros seres que nos acompañan, pero eso sí, internamente, la angustia de vivir sí que será nuestra, aunque esto, desde las alturas, no se pueda apreciar.

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