No he descansado, en más de mes y medio, ni un solo día, y el gasto diario siempre ha sido superior a las 2500 kcal, algo que en otro tiempo me habría arrastrado como poco a una fatiga acusada. Pero no, ésto no ha ocurrido, todo lo contrario he ido mejorando progresivamente en mis actividades física y aunque no pretendía mejorar mi rendimiento, que ya consideraba elevado (para mi edad je,je), he logrado unas prestaciones similares a las mantenidas en los mejores momentos de mi juventud más competitiva. Es cierto que los años en la paleodieta han influido; la mejora en la calidad de los alimentos consumidos redunda en un beneficio físico fuera de toda duda, pero no lo suficientemente elevado como devolverme aquellas sensaciones de plenitud experimentadas hace ya bastantes años. Algo distinto viene de la mano de la combinación de ejercicio físico y alimentación, aunque no vale para ello ni cualquier alimento, ni cualquier ejercicio.