miércoles, 8 de octubre de 2014

TÉ VERDE Y ANTIOXIDANTES

   No solamente no sabemos nada, sino que además lo poquísimo que sabemos podría ser tan falso como las monedas de tres euros; bueno, tampoco debemos afligirnos por ello, o sí..., esta relatividad de nuestro conocimiento debe ser siempre tenida en cuenta para convertirnos en incrédulos convencidos. Más vale tener la duda presente en nuestra forma de pensar que quedar atrapados por determinadas tendencias. 

  En el último post vimos los otros efectos, menos conocidos, que podría tener el afamado aceite de oliva, o también llamado oro líquido, y la conclusión fue que no siempre debemos dejarnos llevar por maravillosas virtudes cuando estas podrían estar eclipsando otras cualidades, tal vez, menos benevolentes. Esto es algo así como los efectos secundarios de los medicamentos que nadie lee porque sino no se los tomarían. Nos centramos con exclusividad en los supuestos beneficios que pueden reportarnos, pero nunca atendemos  a los perjuicios que también conllevan. Pero no, hoy no voy a hablar del aceite de oliva sino de otro peso pesado, el té verde

     Generalmente cuando decidimos tomarnos una taza de té verde podríamos estar esperando ciertos beneficios en cuanto a la pérdida de peso se refiere, o tal vez estemos buscando, entre sus compuestos antioxidantes, el elixir de la "eterna juventud", pero también cabría la posibilidad de que simplemente lo hagamos por su característico sabor; bueno, en realidad si lo hacemos por este último motivo nada habría que objetar, pero si lo hacemos por los dos primeros...,tal vez habría que matizar algunas cuestiones.

   En primer lugar, sobre la supuesta pérdida de tejido adiposo, en una revisión actual se llegó a la conclusión que en caso de ocurrir, esta sería pequeña y estadísticamente poco significativa (aquí), y en este otro estudio del 2014 (aquí) ni pérdida, ni nada de nada; por tanto, si nuestra estrategia para disminuir el porcentaje de grasa corporal se basa en el té verde, me parece que lo que más perderíamos sería, tal vez, el tiempo. Vale, pero lo de los antioxidantes, sí que sí, ¿verdad?, es cierto que el té verde es rico en compuestos antioxidantes, pero de ahí a evitar el envejecimiento y los daños causados por las especies reactivas de oxígeno (ROS), no sólo va a ser que no, sino que a lo mejor conseguimos el efecto contrario... Veámos más detenidamente el tema de los antioxidantes.

   Es cierto que el ser humano en su busqueda infatigable de píldoras milagrosas parece no dejar títere con cabeza y cualquier compuesto con unos cuantos estudios que apoyen alguna virtud extraordianaria es motivo más que suficiente para que toda la maquinaria mediática promocione a gran escala su consumo. Esto generalmente proporciona múltiples beneficios no sólo "al afortunado" que los consume sino también a toda esa industria química afanada en atiborrar el mercado con nuevos suplementos. No os penséis que quiero echar por echar por tierra las altruistas intenciones de empresarios que sin ánimo de lucro inundan el mercado con infinidad de píldoras milagrosas para hacernos la vida mucho más fácil, ¡qué va! (sarcasmo),fuera ya de bromas, es cierto que no todo lo que se comercializa o se vende con estos estos fines debe ser descartado, pero que duda cabe que conocer ayuda a decidir. 

    Bueno, a lo que iba, el té verde. En realidad más que el té verde, sus fenomenales propiedades podríamos decir que dependen de un compuesto contenido en él, el galato de epigalocatequina (EGCG), un potente antioxidante que pertenece a la familia de los polifenoles y que podría neutralizar los malvados radicales libres que nos hacen la vida imposible, causando envejecimiento prematuro, inflamación y daños en el ADN. ¿Pero es seguro que esto es así?. Bueno, la teoría nos dice que sí... Efectivamente, los antioxidantes endógenos como el glutatión peroxidada, el superóxido dismutasa o catalasas podrían proteger las células de los daños oxidativos, los cuales en última instancia producirían daños en las membranas celulares y el ADN, causando enfermedades de tipo inflamatorio, mutaciones genéticas o la apoptosis celular. Por este motivo es siempre importante mantener el equilibrio (¡cómo me gusta esta palabra!), porque ni los radicales libres son siempre nocivos (también forman parte de nuestro sistema inmune atacando virus o bacterias), ni los antioxidantes ejercen exclusivamente una función protectora.

  Pero sea por el motivo que sea, los suplementos antioxidantes se han convertido en un rentable negocio dada la elevada demanda de estos compuestos con el fin de evitar una oxidación prematura. Pero la realidad nos está empezando a decir que las cosas no van por la senda que se esperaba, y diversos estudios han mostrado que determinados antioxidantes como como el beta caroteno, la vitamina A, la vitamina C, vitamina E o el selenio no sólo no mostraron los supuestos efectos beneficiosos sino más bien se podría decir que ocurrió exactamente lo contrario al aumentar la mortalidad (aquí, aquí, aquí, aquí, aquí). También un aumento del cáncer de piel se relacionó, en otro estudio, con el consumo de suplementos antioxidantes, aunque a decir verdad este efecto adverso sólo se observó en mujeres (aquí). 

   Pero no pensemos que las vitaminas y minerales con efecto antioxidante son siempre nocivas; cuando estas son consumidas como parte de una dieta equilibrada rica en frutas y verduras su efecto protector sí que se manifiesta, al menos en la prevención del cáncer de pulmón (aquí), pero,¡quién sabe!. En definitiva, podemos decir que el uso de antioxidantes sirve de muy poco o de casi nada en la prevención de determinados tipos de cáncer o enfermedades cardiovasculares (aquí, aquí), y visto lo visto, incluso podríamos decir que algunos tumores podrían verse favorecidos...

  Pero ahora hablemos del galato de epigalocatequina, el principio activo presente del té verde. Un nuevo estudio indica que podría aumentar el desarrollo del cáncer de pulmón y de piel. ¡Ahí es nada!, y es que el EGCG podría ser incluso más tóxica para las células que el peróxido de hidrógeno e incluso podría favorecer la formación del anión superóxido (O 2 - ), uno de los prooxidantes más potentes del organismo, y eso sin tener en cuenta que los antioxidantes son ricos en electrones debilmente ligados y que esto a su vez podría contribuir al daño del ADN celular (aquí), ¿entonces?, eso me pregunto yo. Bueno, los autores de este estudio señalan que quizás lo más sensato sería consumir el té verde evitando mantener las hojas sumergidas durante mucho tiempo. Pero que duda cabe que es un tema bastante complejo y contradictorio como para sacar de momento alguna conclusión acertada. Habrá que seguir esperando a que la ciencia monte adecuadamente este puzzle que de momento está incompleto.

   Bueno, volviendo al tema de los antioxidantes y el cáncer, debemos pensar que las células cancerígenas, ciertamente, producen más cantidad de ROS que las células normales, pero proporcionalmente también generan mayor cantidad de antioxidantes para contrarrestarlos, manteniendo de este modo, un equilibrio perfecto que procura el desarrollo adecuado de la célula tumoral, pero si intercedemos en este proceso suministrando mayor cantidad de antioxidantes lo que podríamos conseguir es, tal vez, incentivar aún más su crecimiento. Las terapias actuales contra el cáncer (quimioterapia y/o radioterapia) elevan precisamente los niveles de oxidantes celulares lo que ocasiona la muerte de la célula cancerígena, por lo que quizás lo más recomendable sería precisamente suprimir selectivamente el sistema antioxidante del tumor más que tratar de aumentarlo con el consumo de antioxidantes. Quizás quienes más atención deberían prestar a esto, son precisamente los enfermos de cáncer (más información de esto aquí). 

   En resumen, las vitaminas y minerales que muchas veces son consumidas en forma de suplementos podrían ocasionar efectos no esperados como hemos visto, por ello creo que lo más sensato sería consumir una alimentación rica en verduras y frutas, y si objetivamente mostrásemos carencia de algún micronutriente, tal vez sería aconsejable consumirlo de manera independiente, aunque claro, lo suyo sería primeramente mejorar la composición de la dieta, sino de poco podría servir también el suplemento. En cuanto al té verde, creo que lo que impera es el sentido común, y si somos consumidores compulsivos de esta bebida, tal vez deberíamos replantearnos esta cuestión, o como el mismo estudio indica cambiar nuestra forma de prepararlo. Pero creo que esto ya es una cuestión de cada uno, lo importante es conocer, no sólo los pros, sino también algunas de las contras que podrían aparecer cuando nos focalizamos en exceso algo.

3 comentarios:

  1. Voy a discrepar, que si no tendría que cambiarle de nombre a mi blog. ¿Te das cuenta que las referencias que pones condenan sólo la suplementación de betacaroteno, vitamina A y vitamina E? De la vitamina C y el selenio o no concluyen nada, o sobre este último, que es protector.

    Sobre la vitamina E lo primero es que llaman así a cualquier basura sintética con moléculas xenobióticas: 7/8 de ese mix de moléculas no existen en la naturaleza y no se ha verificado su seguridad, se le supone. Suplementando la vitamina E (d-α-tocoferol), irá acompañada del resto de los tocoferoles naturales (por si acaso). Segundo es la falta de razones para suplementarla sin hacerlo también con vitamina C, que la volverá a reducir cuando se oxide. Y tercero nadie debería incrementar dosis demasiado rápido sin comprobar la tensión arterial (de esto tenía mejor referencia viendo la mortalidad en un ensayo de intervención según progresaba el tiempo... que ahora no encuentro).

    Dicho esto cada cual que apueste por lo que considere más seguro.

    Un saludo.

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    1. Me parece bien que discrepes, creo que de eso se trata; exponer diferentes puntos de vista y luego, como bien dices, que cada uno apueste por lo que considere más seguro. Bueno, lo primero decirte que yo no soy antisuplementos, creo que pueden ejercer un papel importante en la prevención y tratamiento de diferentes enfermedades, y en algunos casos (no en todos) con igual eficacia que lo podrían hacer los medicamentos, y de hecho creo que antes de apostar por los fármacos se debería dar alguna oportunidad al consumo de determinados micronutrientes, al menos evitaríamos los efectos secundarios de los primeros. Pero también hay que tener en cuenta que los micronutrientes funcionan cuando se los suministras en las proporciones adecuadas, si en realidad no hay ninguna carencia de ninguno de ellos, el consumir más no va a reportar ninguna ventaja extra, y si la presentara, del mismo modo también podrían aparecer efectos no deseados. El tema es complejo y muy contradictorio, pero no siempre debemos dejarnos llevar por lo positivo que un estudio concreto arroja (¡Ojo!, tampoco con lo negativo). Creo en el equilibrio, y eso va en contra de las exageraciones; faltan muchas respuestas y lo mejor es ser cautos. Lo que pretendía con este post era sembrar dudas más que certidumbres, de este modo creo que nos mantendremos al margen de cualquier situación extrema.
      En cuanto a lo que manifiestas de la vitamina E, es posible que tengas razón y la calidad es siempre un factor a tener siempre en cuenta, pero a pesar de ello existen estudios que indican que el consumo de la vitamina C y E, y/o selenio, de modo individual o en su conjunto también pueden reportar efectos adversos diferentes quizás a lo esperado, te pongo algunos ejemplos:
      1.- la vitamina C y E pueden obstaculizar la adaptaciones celulares en los músculos ejercitados, por lo que es aconsejable precaución cuando se utilizada la suplementación mencionada en combinación con ejercicio de resistencia http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24492839
      2,. Consumir vitamina C+E y beta caroteno sirve de poco para evitar el riesgo de cáncer
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19116389
      3.- El uso de altas dosis de vitamina C o E en forma de suplemento puede aumentar el riesgo de catarata relacionada con la edad. El riesgo puede ser aún mayor entre los hombres mayores, usuarios de corticoesteroides, y los usuarios a largo plazo.
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23420353
      4.- En la misma línea que el estudio anterior, los suplementos de vitamina C puede estar asociada con un mayor riesgo de cataratas relacionadas con la edad entre las mujeres.
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19923367
      5. Una alta ingesta de vitamina C en forma de suplemento está asociado con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en las mujeres posmenopáusicas con diabetes.
      http://ajcn.nutrition.org/content/80/5/1194
      6. Las concentraciones plasmáticas más altas α-tocoferol pueden interactuar con suplementos seleniometionina aumentando el riesgo de cáncer de próstata, lo que sugiere una interacción biológica entre α-tocoferol y selenio en sí o selenometionina.
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24961880

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    2. 7. Los mayores niveles circulantes de vitamina C y E no sólo no ofrecen protección contra la osteoartritis de rodilla, sino que pueden estar asociados con un mayor riesgo.
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24291351
      8. La suplementación dietética con vitamina E aumentó significativamente el riesgo de cáncer de próstata entre los hombres sanos.
      http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=1104493
      9. La suplementación con selenio no sólo no parece prevenir la diabetes tipo 2, sino que puede aumentar el riesgo para la enfermedad.
      http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17620655

      Sí, es verdad, no todos los estudios son tan catastrofistas como estos con los suplementos mencionados, pero tener un contrapeso nunca está demás para no lanzar las campanas al vuelo. Creo que hace falta más investigación para sacar conclusiones adecuadas, pero hasta entonces un poco de duda no viene mal.
      Gracias Andrés por tu comentario y que sepas que tienes un magnifico blog:
      http://diariodeunpastillero.blogspot.com.es/

      ¡Un saludo!

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