martes, 25 de febrero de 2014

PERSIGUIENDO UN SUEÑO

   No hay nada bueno y nada malo en las hormonas, ellas simplemente regulan nuestra homeostasis en función de las circunstancias. En este caso, el hipotálamo podría ser considerado como el director central que regula y procesa la información de los diferentes tejidos periféricos y orquesta una respuesta coordinada y armoniosa con el fin de establecer un equilibrio que asegure la vida.

   Pero en muchas ocasiones, el sonido estridente provocado por la dominancia de una o varias hormonas sobre el resto, procura una melodía para nada armoniosa que nos lleva a culpabilizar a los causantes de este desagradable estropicio. Pero no debería existir culpa a quien no tiene intención de dañar, el simple descollar de algunas de ellas tiene como misión evitar que la melodía de la vida se apague progresivamente, tratando de mantener el normal desempeño de las funciones orgánicas, aunque el resultado pueda parecer, a priori, desalentador.



   Aunque si hay alguien a quien culpabilizar, ése alguien seríamos nosotros mismos por alejar, con nuestra particular forma de vida, el equilibrio tan necesario para lograr un vida sana y placentera; cierto es que muchas veces ocurre de manera inadvertida, pero en otras tantas, lo hacemos conscientemente, sin reparar en las consecuencias que nuestros actos  pueden ocasionar en nuestra salud, y aunque pueda ser por un justo y loable fin, las formas o métodos empleados pueden ser tan inadecuadas que nos sitúen en el polo opuesto del lugar al que pretendíamos ir.

  El ejercicio físico y una dieta equilibrada pueden ser considerados como las herramientas perfectas para alcanzar un fin concreto, en este caso la de perder algunos kilos de tejido adiposo y aumentar ligeramente la masa magra, algo que nos puede ayudar a conseguir una estética más atrayente a la par que saludable; pero en muchas ocasiones, las prisas por alcanzar estas codiciadas metas o el desconocimiento de los instrumentos empleados, pueden propiciar un desequilibrio orgánico que altere el normal funcionamiento de muchas de nuestras hormonas.

  A continuación, voy a poner un ejemplo ficticio de una chica joven que descontenta con su físico, se embarca en una dieta para alcanzar ese cuerpo ideal que cree tan necesario para sentirse guapa y atraer así la atención y respeto de las personas de su entorno, algo que piensa que la hará sentir maravillosamente bien.

  Bueno, esta persona no es nadie en concreto, puede ser cualquiera de tantas muchachas jóvenes que tiene la idea, tal vez no equivocada, que un cuerpo delgado puede ser su mejor carta de presentación.

    Esta chica había crecido algo rellenita y aunque al principio esto pasó prácticamente desapercibido, al llegar a la adolescencia creyó que esta circunstancia la estaba perjudicando enormemente al comprobar como sus amigas de estética más fina copaban mayormente el interés de las personas de su entorno. Era este lastre, como ella solía considerar su ligero sobrepeso, y no su forma de ser, la que realmente jugaba en su contra haciéndola sentir el "patito feo" del grupo. Pero fuese por el motivo que fuese, decidió probar con una de esas dietas de moda que circulaban por internet, tan fáciles de conseguir que simplemente bastaba un par de "click" para tenerla entre sus manos, y así, de este modo y sin pensárselo dos veces, decidió hacer realidad sus sueños. Pero sus hormonas, poco a poco, comenzaron a tocar una melodía diferente a la que había sonado hasta entonces...

  Con constante progresividad fue reduciendo las calorías consumidas, sustituyendo además muchos de sus alimentos tradicionales por el contenido artificial de un sobre de sugerente color, y así, de este modo antinatural, con la persuasión de una imagen de sí misma, reflejo de sus más profundos anhelos, continuó firmemente en busca de esa otra realidad dibujada por su mente. Y claro está, los kilos comenzaron a declinar, aunque, paradójicamente el espejo nunca acababa de reflejar la imagen añorada. Era como ver reducido su volumen, sí, pero manteniendo el mismo aspecto "fofo" de siempre. Y decidió comer menos, mucho menos, aunque esto tampoco mejoró su relación con el espejo, hasta que decidió no volver a mirarse jamás...

  Poco a poco, fue perdiendo la ilusión, la alegría, y también aquello otro que la hacía mujer: la menstruación. Cuando esto ocurrió sintió que algo grave la estaba sucediendo..., era como el punto final de una serie de desgraciados acontecimientos que se habían ido sucediendo de manera casi imperceptible desde aquel aciago día en el que consideró que los sueños se podrían alcanzar fácilmente por el simple hecho de desearlos..., pero no, por desgracia no todos los caminos conducen a un final feliz. Muchos te alejarán irremediablemente de aquello que más deseas, aunque el espejismo que producen algunas sendas incorrectas te haga ver oasis en mitad de la nada.

  Bueno, hasta aquí la historia, ahora entremos un poco en el mundo de las hormonas y veamos como ellas trataron de retrasar lo que en realidad era "la crónica de una muerte anunciada".

  Como hemos dicho antes, el hipotálamo se constituye como el director de orquesta que recibe la información del resto de tejidos periféricos y coordina una respuesta armónica para mantener una adecuada homeostasis metabólica. En este sentido, las diferentes hormonas procedentes del tejido adiposo, como la leptinaadiponectinaresistina, etc, etc, junto a diversos péptidos presentes en el tracto gastrointestinal como puede ser la grelinaGLP-1 (péptido similar al glucagón), PYY, etc,  informan al hipotálamo de la situación real de nuestro organismo, y en virtud de las señales recibidas se producirá una respuesta con el fin regular el balance energético.

  De todos los jugadores de esta partida habría que destacar la leptina, la grelina y la adiponectina, estas dos últimas, en cierto modo, contrapuestas a la primera. La leptina es segregada en proporción al tejido adiposo y su misión es la de informar de las reservas energéticas que se posee, de tal forma que a mayor cantidad de grasa, principalmente de tipo abdominal (pero no visceral), mayor será la concentración de leptina en sangre, y cuanto menor sea el tejido adiposo, menor cantidad se producirá de esta hormona. Pero las concentraciones de esta hormona también pueden fluctuar en función de la dieta, de tal forma, que una restricción calórica de modo permanente reducirá drásticamente las concentraciones de leptina, aumentando por contra las de grelina y la adiponectina. En un principio,  leptina produciría unas modificaciones encaminadas a disminuir la ingesta de alimentos y aumentar el gasto energético. Lo primero, se consigue por inhibición del neuropéptido Y (NPY) y proteína relacionada con Agouti (AgRP) de acción orexigénica (que producen hambre), y a su vez por la síntesis de la hormona estimulante de los melanocitos alfa de acción anorexigénica (induce saciedad) provocado la activación de neuronas del núcleo arcuato del hipotálamo como son la proopiomelanocortina y transcrito regulado por anfetamina cocaína (POMC/CART), y lo segundo, el aumento del gasto, se consigue por la activación del sistema nervioso simpático, lo que propiciará un  aumento de la expresión de las principales UCPs (proteínas desacoplantes productoras de calor).



  Vale, sabemos lo que hace la leptina, pero la dominancia hormonal, en nuestro caso particular, vendrá dado por la otras dos hormonas contrarias a la acción de esta. Efectivamente, nuestra "amiga" al comenzar su dieta restrictiva redujo progresivamente sus niveles de leptina, en un primer momento no por la disminución de la masa grasa, sino por una reducción de la ingesta, algo que hizo saltar todas las "alarmas", dando lugar a un incremento en la producción de péptidos orexigénicos como el NPY y AgRP que comandados por la Grelina aumentaron la sensación de hambre y redujeron el gasto, (¿posible época hambruna...?pensaría nuestro director de orquesta). Esto en principio debería poner las cosas más complicadas para continuar con esa dieta restrictiva, pero en muchas ocasiones podría ser insuficiente para doblegar una voluntad decidida. De proseguir por este camino, su cuerpo progresivamente iría reduciendo cada vez más el gasto para evitar "derroches" energéticos que pudieran poner en peligro la propia vida, pero aún así, no suministrar las calorías necesarias acabaría por disminuir la reservas de tejido adiposo, y eso a pesar de que esta hormona gastrointestinal, la grelina, fomenta en gran medida la lipogénesis.

    Pero una restricción dietética acusada, también produciría una disminución de los niveles de insulina, lo que favorecería la lipólisis por el aumento de hormonas contrarreguladoras como el glucagón y catecolaminas, a la par que aumentaría la formación de cuerpos cetónicos, evitando en parte, el proceso de gluconeogénesis a espensas del tejido muscular.  También aumentarían los niveles de adiponectina que es otra citoquina procedente del tejido adiposo (también expresado en el muscular), que disminuiría la liberación de glucosa desde el hígado fomentando su captación por los tejidos periféricos al producir una aumento de la sensibilidad a la insulina por la activación de AMPK. En principio esta mayor sensibilidad viene propiciada precisamente por el aumento de la oxidación de ácidos grasos, tanto libres como intracelulares. Pero claro, no siempre las hormonas considerada como positivas, como puede ser la adiponectina, lo son a pesar de todo. Lo importante es el equilibrio, pero como mencioné al principio de este post, el descollar de alguna sobre el resto siempre tiene efectos colaterales, en este caso la mayor expresión de esta hormona puede deprimir al sistema inmunológico al disminuir la formación de linfocitos, alterar el normal funcionamiento de los macrófagos e impedir la actividad del factor de necrosis tumoral alfa (citoquina que estimula la reacción inflamatoria).

  En realidad, nada sucede porque sí...,y toda esta alteración lo que trata es de mantener la homeostasis metabólica a pesar de nuestras caprichosas decisiones. Pero todo tiene sus consecuencias cuando se activa el modo "supervivencia" porque muchas funciones propias del cuerpo dejarán de producirse por considerarse prescindibles y/o consumidoras de energía.

  Hemos visto como la disminución de los niveles de leptina lleva aparejado un aumento de NPY/AgRP, esto propiciará una aumento de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), que, secretada por el hipotálamo, estimulará la producción de adrenocorticotropa (ACTH) en la hipófisis anterior,  que a su vez estimula la síntesis de cortisol en la corteza suprarrenal. Así pues, la activación del eje HHA, propiciado por el descenso de la leptina, producirá como contrapartida la inhibición de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) provocando alteraciones en el ciclo menstrual o incluso la supresión del mismo. Se especula también que la hiperactivación de la glándula pineal, con una mayor segregación de melatonina nocturna podría tener un rol en este mismo sentido, al inhibir también la GnRH. En resumidas cuentas, en una "economía de guerra" lo que es prescindible, en este caso la reproducción, no tendrá lugar. Hemos de pensar también que en un estado de malnutrición un embarazo podría acarrear un situación de riesgo tanto para la futura madre como para el feto.

  Pero esta situación tampoco es la más adecuada para un recambio óseo óptimo, lo que supondría a la larga problemas articulares propiciados precisamente por el hipogonadismo, los bajos niveles de IGF-1, el aumento de cortisol (aquí), los bajos niveles de leptina y altos de adiponectina (aquí).

  En resumidas cuentas, cuando se realizan barbaridades con la dieta, por exceso o por defecto, las primeras en solventar la situación serán las propias hormonas, pero la redundancia en aquellas conductas inapropiadas o antinaturales traerán consecuencias graves e irreparables para la salud, en nuestra labor está arreglarlo y evitar que ese deterioro llegue a un punto de no retorno.

5 comentarios:

  1. Interesante post. Sólo una observación: no demonicemos internet, y las dietas que se encuentran en internet. La última chica que conozco que hizo una de estas dietas insalubres, que pasó hambre hasta marearse y pasarlo fatal, lo hizo siguiendo la dieta que le había mandado una MÉDICO. Por cierto, la dieta era para dos semanas: la primera semana perdió 3 kg, y la segunda los recuperó, a pesar de pasar tanta hambre y no saltarse la dieta. Y de esto hace un mes, no estoy hablando de algo que pasó hace 40 años.

    Así que más que prevenir contra los peligros de internet, yo prevengo contra los peligros de los médicos y las farmacéuticas… ese estamento que tanto dinero gana con la gente que quiere adelgazar y no lo consigue, y está permanentemente insatisfecha… y permanentemente pagando a médicos “expertos”, a “dietistas” diplomados, a las farmacias por productos “científicamente probados”, a los vendedores de suplementos, etc.

    Saludos

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    1. ¡Hola Jose!, en cierto modo tienes razón, efectivamente en internet puedes encontrar muchísima información de lo que sea..., buena, regular o mala. El problema es que hasta la buena información puede ser mal interpretada y revertir efectos negativos. En el caso concreto de este post, todo era una ficción y como tal evité referirme a concreciones "dietarias". Inclusive cabría la posibilidad que esa supuesta dieta descargada en internet fuese una de las consideradas como sana, equilibrada y nutritiva, pero al tratar de seguirla y tal vez no mostrar los prontos resultados esperados por ella decidió disminuir el consumo de alimentos hasta llevarla a la anorexia. No es que una dieta "normal"te pueda llevar a una situación como la descrita, esto es una cuestión de la propia persona, y posiblemente existiese algún problema de autoestima previo que la abocó a esta situación.

      Pero, realmente no he querido realmente demonizar internet, la dieta la podría haber conseguido en cualquier lugar, inclusive ser obra totalmente suya.

      ¡Un saludo!

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  2. Qué interesante! Aunque me pierdo totalmente en medio de los complicados bailes hormonales que explicas, me quedo con la esencia. Me maravilla ver cómo el cuerpo es una magnífica máquina de supervivencia. Si no fuera por esas regulaciones involuntarias muchos de nosotros nos habríamos auto-matado con las burradas que hacemos. Y aún nos quejamos de nuestros cuerpos y creemos que nos quieren fastidiar la autoestima. Lo que deberíamos hacer es escucharlos y sintonizarnos con ellos. Nuestras mentes están demasiado secuestradas por una sociedad enferma y una industria manipuladora, y demasiado desconectadas de nuestros cuerpos, que se ven obligados a hacer malabarismos para mantenernos vivos.

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  3. Eso es lo que me paso a mi. Parece mi historia totalmente te he escrito en varios post por mi desesperación la cuestión de las hipoglicemias y el hiperinsulinismo y solo quiero ver que es lo que sucede con mi cuerpo. La verdad no lo entiendo y quisiera recuperar mi salud y mi paz mental, por las noches no duermo y sigo con la amenorrea. Dios mío esto se ha vuelto un laberinto sin salida quisiera saber que puedo hacer que exámenes me puedo hacer además de los que ya me he hecho. Por las noches me da bradicardia se me baja muchísimo la tensión

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    1. ¡Hola Sofía! Recibí tus 5 comentarios, y entiendo tu preocupación, pero creo que te sobran lecturas; interpretar lo que te sucede es bastante más complejo de lo que te imaginas, pero tengo la sensación que tu forma de alimentarte no ha sido la más apropiada... Restringir carbohidratos, puede estar bien cuando hay algún profesional que te guía, pero en muchas ocasiones tratamos de hacer las cosas por nosotros mismos, dejándonos llevar por interpretaciones incorrectas de lo que leemos por aquí y por allí. Si restringimos en exceso las calorías y/o carbohidratos, podríamos llevar a nuestro organismo a un callejón sin salida. Esto mismo les pasa a muchas atletas…, y las consecuencias no son buenas para su salud. Una reducción severa de la masa grasa, conlleva bajos niveles de leptina, lo que provoca la síntesis de Neuropéptido Y, el cual a su vez podría también bloquear la síntesis de GnRH, afectando a la secreción pulsátil de las gonadotropinas que, en última instancia podría producir la amenorrea.
      Mejorar la composición corporal de manera drástica, puede suponer un estrés enorme para el organismo que podría conllevar un reajuste de todo el sistema hormonal, algo que podría tener consecuencias no esperadas.
      Cuando decidimos llevar una dieta baja en hidratos de carbono deberíamos tener la certeza de que podemos oxidar perfectamente las grasas. Pero esta cuestión seguramente es desconocida por la gran mayoría de los que se adentran en una restricción severa de hidratos y calorías. La flexibilidad metabólica que se requiere para no evidenciar problemas posteriores es, en muchas ocasiones, inexistente.
      ¿Por qué te digo esto de oxidar grasas? Bueno, el que tengas ALTOS NIVELES DE INSULINA (cuando deberían ser bajos) es posible que se deba a un problema en la oxidación de ácidos grasos, en este caso la hipoglucemia sería hipocetósica. Consúltalo a tu endocrino, por si acaso.
      Bueno, Sofía siento no poder ayudarte más, pero estoy seguro que finalmente darán con lo que tienes…
      ¡Un saludo!

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