domingo, 16 de febrero de 2014

DIETA CETOGÉNICA Y MICROBIOTA INTESTINAL.

   Cada vez son más los estudios que parecen indicar una amplia relación entre la dieta y la microbiota intestinal. La alimentación, de este modo, puede producir  cambios en el número de bacterias, propiciando un aumento o reducción en la proporción de determinadas familias, con repercusiones importante para la salud (La enfermedad empieza en el intestino)
   
Las principales colonias de bacterias encontradas en el intestino humano son las siguientes:
  • FIRMICUTES (38'8%). Principalmente gram-positivos. Donde destaca el lactobacilo, que se encarga de transformar la lactosa en ácido láctico; y el Clostridium.
  • BACTERIOIDETES, (27'8%). Gram-negativos. Incluye bacteroides, prevotella, etc
  • ACTINOBACTERIAS (8'2%). Gram-positivos. Donde se encuentra el género Bifidobacteria.
  • PROTEOBACTERIAS (2'1%)
  • VERRUCOMICROBIA (1'3%)

   De las anteriores, las más importantes, por su cantidad y diversidad, son las dos primeras, siendo ampliamente estudiadas por su implicación en el estado de obesidad; en este sentido se ha podido comprobar que en un aumento en la relación Firmicutes/Bacteroidetes predispone a la obesidad. Igual alteración ha sido observada en las personas con diabetes tipo II (aquí). Aunque también y de manera individual, el sobrecrecimiento de ciertas bacterias como Staphylococcus aureus (Firmicutes), Escherichia coli (Proteobacteria) Enterobacterias, Prevotella (bacteroidetes) y/o la reducción de Bifidobaterias podría predisponer del mismo modo al sobrepeso (aquí), (aquí).

     Lo que parece claro es que existe una determinada microbiota intestinal que podría estar más adaptada para obtener energía de la dieta, pudiendo transformar de manera más eficaz determinados nutrientes, como la fibra soluble o la mucina en azúcares o ácidos grasos de cadena corta,  reintegrando de este modo cierta cantidad de calorías que de otro modo habría sido desechado. Esto que en nuestro pasado evolutivo pudo constituir una ventaja al poder aprovecharse al máximo los escasos alimentos disponibles, en la actualidad, con un exceso de calorías dietarias, se convierte, más bien, en un problema.

    Para comprobar la eficacia de la microbiota intestinal en la obtención de energía, se realizaron experimentos con ratones libres de gérmenes, comprobándose que estos eran resistentes a la obesidad, pero cuando se les  reintrodujo  su microbiota normal, aumentaron hasta un 60% la masa grasa a la vez que se producía una disminución de la sensibilidad a la insulina (aquí).

   De este modo podríamos pensar que el tratamiento con antibióticos podría ser una estrategia interesante para evitar o reducir la obesidad, pero nada más lejos de la realidad. Las importantes funciones de las bacterias simbióticas en nuestro organismo son imprescindibles para dotarnos de una salud óptima. De hecho, sucesivos tratamientos con antibióticos podrían dar lugar a una alteración de la flora normal con mayor presencia de bacterias oportunistas y disminución de las autóctonas, lo que podría causar permeabilidad intestinal. Por tanto, de lo que se trata es de mantener un equilibrio adecuado, algo que sólo puede ser llevado por una alimentación correcta. Pero, ¿qué se entiende por una alimentación correcta?, esto es lo que en realidad nos debe llevar a racionalizar lo que comemos pues no sólo estamos influyendo en el estado nutricional de nuestro organismo sino que estamos también alterando la cantidad y calidad de nuestras bacterias intestinales, algo que indirectamente nos repercute ampliamente.

  ¿Qué funciones pueden realizar estas bacterias simbióticas?, entre otras podemos destacar las siguientes:
  • Fermentación de la fibra de los alimentos que  en principio son indigeribles por descomposición enzimática, produciendo ácidos grasos de cadena corta como el acetato, propionato y butirato, los cuales además de ser una fuente de energía para las células intestinales, estimulan la liberación del péptido similar al glucagón (GLP-1) y el péptido YY (PYY) que inducen saciedad.
  • Producción de factores antimicrobianos que impiden el asiento de patógenos oportunistas.
  • Promueven el recambio de los enterocitos (célula epitelial constituyente de la vellosidad intestinal).
  • Producen la síntesis de vitaminas del grupo B, K y ácido ascórbico.
  • Favorecen la diferenciación de las células epiteliales del intestino y mantienen una saludable barrera intestinal.
   Todos estos aspectos son de vital importancia para mantener una salud y peso corporal adecuado, pero cuando la microbiota intestinal se altera, las células intestinales estarían sometidas a un estrés citotóxico que podría ocasionar daños en la barrera intestinal que daría lugar a un estado de INFLAMACIÓN CRÓNICO. La composición concreta de nuestra flora intestinal es algo individual y estará influenciada por diversos procesos que incluyen el modelo de parto, la lactancia (aquí), la dieta (aquí)y diversos factores como pueden ser el estrés (aquí), el uso de antibióticos (aquí), medicamentos, cloración del agua, etc, etc.

    En otras palabras,  la composición individual de la microbiota intestinal no solo es importante por la cantidad de energía que puede reintegrarnos de los alimentos, sino que una modificación patógena de la misma podría causar un estado de inflamación, origen de trastornos como la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo II.

   En este sentido, existen unos receptores de reconocimiento de patrones bacterianos, denominados receptores Toll-like (TLR) que son unas proteínas que forman parte del sistema inmunitario innato (carecen de memoria inmunológica pero de actuación muy rápida) que pueden activar el sistema inmune mediante una respuesta inflamatoria. Veamos a continuación el mecanismo de funcionamiento.
  
   Como ya he mencionado, el aumento en la proporción de bacteroidetes con respecto a la familia de los firmicutes está relacionado con la resitencia a la insulina, la obesidad y la diabetes tipo II. ¿Por qué?, bueno quizás podría ser explicado del siguiente modo. En las membranas celulares de las bacterias gram-negativas se encuentra como componente un polímero complejo, formado por ácidos grasos y polisacáridos denominado lipopolisacárido (LPS) que al quedar en libertad (cuando la bacteria muere) podría estimular la inflamación. Veamos cómo. Cuando aumentan las bacterias gram-negativas se produce del mismo modo un aumento de LPS que al entrar en circulación, por una permeabilidad aumentada de la barrera intestinal o unidos a los QUILOMICRONES DE LA DIETA, podrían ser reconocido por los receptores Toll-like de los macrófagos, que activaría el factor nuclear kappa beta (NF-kB), y se produciría la liberación de citoquinas inflamatorias como TNF-α  y la IL-6, las cuales pueden producir, como ya hemos visto en otras ocasiones, resistencia a la insulina, al propiciar la fosforilización de una serina del sustrato receptor de la insulina IRS-1 (que es inhibitoria), impidiendo la unión de la insulina con su receptor (aquí).

     De esto podemos obtener algunas conclusiones importantes. Imaginemos que por nuestros "malos hábitos" hemos adquirido cierto sobrepeso, algo que podría significar que nuestra microbiota intestinal se encuentre ya alterada, con un aumento de las bacterias gram-negativas cuyo componente de membrana celular es el LPS, y claro, en un momento determinado decidimos que debemos adelgazar, y dentro del abanico de maravillosas dietas que existen para este fin, nos enteramos que las dietas cetogénicas pueden ser de las más efectivas. ¿Qué ocurrirá cuando se comience a elevar el consumo de lípidos de la dieta?, pues que podríamos aumentar la endotoxemia al propiciar una mayor entrada en circulación del lipopolisacárido de las bacterias gram-negativas unidas a los quilomicrones de la dieta, aumentando la inflamación crónica, y favoreciendo el estado de resistencia a la insulina. Aunque simplemente por llevar una dieta alta en grasas se estaría aumentando la proporción de microbiota que contiene el LPS en el intestino, También el estado de ayuno o alimentado influyen en este sentido, disminuyendo en el primero y aumentándo en el segundo (aquí).

    También podría influir en el metabolismo del colesterol, al reducir el HDL; en este sentido parece que hay estudios que relacionan la presencia de lipopolisacárido con una disminución del transporte reverso de colesterol al inhibir LPS la enzima lecitin colesterol acil trasnferasa (LCAT) (aquí).

    ¿Qué significa todo esto?, bueno, podría parecer que últimamente estoy desaconsejando las dieta alta en grasas, pero no es cierto, lo único que trato es ver siempre los aspectos negativos que podrían impactar en la salud. Quizás con todos estos datos, no sería muy aconsejable comenzar con una dieta alta en grasas cuando de adelgazar se trata, y máxime si los kilos a disminuir son muchos. Hemos de pensar que en una situación como la descrita, podríamos presentar una flora intestinal completamente perturbada por unos hábitos nocivos llevados durante muchos años. El exceso de antibióticos, productos químicos o dietas inapropiadas, ricas en azúcares y calorías, podrían haber modificado nuestra microbiota intestinal, dando lugar a una mayor presencia de bacterias gram-negativas, portadoras de LPS. En esta situación comenzar con una dieta alta en grasas podría suponer un aumento de la endotoxemia, eso sin tener en cuenta que los lípidos de la dieta podrían  favorecer por sí mismos el crecimiento, precisamente, de esas bacterias gram-negativas. Ante este panorama surge la pregunta de cómo actuar. Creo que lo más razonable sería disminuir el peso con una dieta paleolítica bien balanceada, no cetogénica, que incluya una buena cantidad de alimentos vegetales ricos en fibra soluble capaz de ejercer un efecto prebiótico, estimulante de una microbiota sana y equilibrada. Y tal vez, cuando se hubiese perdido una buena cantidad de tejido adiposo, y nuestra flora intestinal fuese la adecuada, se podría intentar elevar el consumo de lípidos, siempre y cuando se acompañe de ayunos, o se reduzcan el número de ingestas diarias, porque de este modo podríamos estar limitando el impacto que el lipopolisacárido tendría en nuestro organismo.

 

5 comentarios:

  1. Muy interesante, me surgen muchas dudas... ¿Podrías detallarnos un poco más el contenido de esa dieta paleolítica bien balanceada, no cetogénica y rica en vegetales, para situaciones de flora intestinal perturbada? ¿Mejor comidas ligeras y frecuentes en este caso o mejor limitarse a 3 comidas diarias o incluso ayuno intermitente?, ¿Los vegetales mejor curdos o cocinados?, Lácteos ¿sí o no?, ¿Que hay de los yogures con sus bifidobacterias? ¿Conviene en este estado de alteración microbiana tomar suplementos de probióticos? El aceite de coco, con sus triglicéridos de cadena media, también podría aumentar la endotoxemia o bien favorecer por sí mismo el crecimiento de las gram-negativas? Muchas gracias de antemano!

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    1. ¡Hola Anónimo!. Es normal que te surjan dudas, a mí también me ocurre. Lo importante es quedarse un poco con la esencia de todo esto. Veamos, cuando fruto de una alimentación moderna, rica en azúcares, grasas industriales y/o calorías llegamos al sobrepeso o al estado de obesidad, se podría haber propiciado, del mismo modo, un desequilibrio en nuestra microbiota intestinal; en esta situación es muy probable que la función de barrera de la mucosa se encuentre comprometida. Esto va a propiciar una traslocación bacteriana a la circulación sanguínea dando lugar una inflamación crónica por activación de los receptores Toll-like. Por otro lado, se sabe que los lípidos de la dieta también van a propiciar que el LPS de las membranas de las bacterias gram-negativas entren en circulación unida a los quilomicrones..., Ahora que ya estamos en situación, imaginemos que en un momento determinado decidimos que nos sobran muchos kilos y que queremos adelgazar y por este motivo pensamos que en una dieta cetogénica (nuevamente de moda). Pero al hacerlo no nos damos cuenta que tal vez estemos propiciando un aumento de la endotoxemia causado por LPS.... Bueno, esto son un poco los antecedentes de lo que expongo;en relación a tus preguntas, veamos:

      -"¿Podrías detallarnos un poco más el contenido de esa dieta paleolítica bien balanceada, no cetogénica y rica en vegetales, para situaciones de flora intestinal perturbada?". La dieta paleolítica no habla nunca de la cantidad de macronutrientes que debe formar parte de una comida concreta. Puede ser rica en grasas y baja en hidratos o al revés, alta en hidratos y baja en grasas, e incluso tan alta en grasas y baja en carbohidratos que fuese cetogénica. Las opciones que podemos tomar son varias. Se sabe que cuanto mayor sea el contenido de lípidos de la dieta mayor es la endotoxemia causada por LPS, pero también se sabe que el número de comidas diarias también puede influir en este sentido. Por tanto si decidimos realizar una dieta alta en grasas, lo suyo sería comer pocas veces al día (ayunos intermitentes), pero si nos decantamos por una comida más rica en hidratos, entonces podríamos comer con mayor frecuencia.

      -"¿Mejor comidas ligeras y frecuentes en este caso o mejor limitarse a 3 comidas diarias o incluso ayuno intermitente?".- Ya contestada.

      -"¿Los vegetales mejor crudos o cocinados?".- Creo que es buena opción incluir una buena cantidad de vegetales crudos, parece ser que la fibra soluble (efecto prebiótico) se destruye algo con el calor.

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    2. -"Lácteos ¿sí o no?".-Yo particularmente si consumiría lácteos, siempre y cuando no tuviese una intolerancia manifiesta a la lactosa. Yogures y quesos curados de leche cruda, pueden ser la mejor opción en caso de padecer solamente una ligera intolerancia. Pero su consumo sería, tal vez, por otro motivo que el de sus bacterias (Lactobacillus y Bifidobacterium), me explico: el intestino, para bien o para mal ya presenta una microbiota muy definida. Cuando suministramos un yogur con bifidus, añadido o sin añadir, no nos sirve de gran cosa para nuestro propósito de recolonizar el colón con las bacterias supuestamente beneficiosas. Debemos pensar en el intestino como un gran ecosistema que no va a variar con unas pocas bacterias que le suministremos. ¿Entonces?, bueno, estos productos al igual que los probióticos pueden tener una importante función cuando hay una oportunidad de crecimiento, esto es después de un tratamiento con antibiótico..., en esta situación sí serían útiles para promover una colonización más saludable de nuestras microbiota intestinal.

      -"¿Que hay de los yogures con sus bifidobacterias?".-Ya respondida.

      - "El aceite de coco, con sus triglicéridos de cadena media, ¿también podría aumentar la endotoxemia o bien favorecer por sí mismo el crecimiento de las gram-negativas?". El aceite de coco es un tipo de grasa con una alta concentración en ácidos grasos de cadena media entre los que destaca el ácido laurico con propiedades antibacterianas y antimicóticas,(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24328700) ( http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23257726)
      (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19665786). El Dr. Mercola menciona entre las propiedades del ácido laurico precisamente la de destructor de bacterias gram-negativas, pero buscando en Pubmed no he podido encontrar ningún estudio que lo corrobore, esto no quiere decir que no exista. Por tanto, creo que el aceite de coco puede ser un buen aliado más que un enemigo.

      ¡Un saludo!

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  2. Gracias por toda la información, es realmente interesante. En mi caso concreto tengo varias dudas, no se si podrías orientarme un poco por favor, estoy algo perdida y un pelín desesperada...:)
    Me acaban de diagnosticar colon irritable por lo que entiendo que la toma de probióticos sería muy aconsejable para mi, qué tipo de ellos podría tomar? qúé opinas del kéfir (y del kefir de agua en lugar del jefir de leche) ? por otra parte, entre otros muchos alimentos me recomiendan que deje la lactosa (desde hace tiempo solo tomo queso curado de leche cruda). También me desconsejan muchísimas frutas y verduras además de cereales, azucares, etc... De esto último no tengo problema ya que soy paleo hace años pero en cuanto a vegetales y fruta lo tengo más complicado, me cuesta mucho limitarme a los pocos alimentos que se "permiten". Podrías darme alguna recomendarción en este sentido? Para completar tengo también helicobacter pilory así que estoy pendiente de empezar a tomar antibióticos para tratarlo, por lo que el uso de probióticos es aún más importante para mí en estos momentos y no se por dónde empezar...
    Siento el rollo... mil gracias tu blog!

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  3. ¡Hola!, La toma de probióticos puede ser recomendable para tí, http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22157240
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19785495
    Y en ese mismo sentido podrías utilizar kéfir, yo particularmente he utilizado solamente el de leche, pero supongo que del de agua te reportará beneficios similares.
    Creo que lo mejor en tu caso sería que llevases una dieta baja en FODMAP (FructoOligo-Di-Monosacáridos And Polioles), supongo que habrá escuchado hablar de ella, pero creo que en tu caso puede aliviar bastante tus síntomas intestinales, puedes encontrar bastante información en internet.
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21172242
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20659225
    Mi recomendación es que de momento limites esos alimentos que te perjudican al menos hasta que tu microbiota intestinal mejore, luego pasado un tiempo puedes volver a reintroducir los alimentos retirados para ver que tal te sientes nuevamente.

    Cuando empieces con el tratamiento de antibióticos utiliza al mismo tiempo los probióticos, parece ser que algunos estudios indican una mejor eficacia tomados durante, que a la finalización del mismo. En este caso lo suyo es que lo tomes con el estomago vacío, es decir, una o dos horas antes de las comidas, para evitar que los ácidos puedan destruirlos. Y tampoco los debes tomar junto al antibiótico, por razones obvias. El probiótico elegido procura que contenga más de 5.000 millones de bacterias, y que además de las típicas cepas de lactobacilo y bifidobacterias contenga también la cepa Saccharomyces boulardii
    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21039671

    Bueno, si no te ha quedado algo claro, me lo comentas.

    ¡Un saludo!


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