Pero no nos llevemos a engaños, cada uno debe representar esa "mejor
versión" en comparación consigo mismo. No podemos pretender convertirnos
en atletas de élite cuando en ningún momento hemos expresado ninguna cualidad
que así lo justifique, y tampoco vamos a conseguir el físico de un modelo de
revista por el mero hecho de reproducir un entrenamiento concreto o una dieta
determinada.
Pero es cierto, para producir una transformación favorable (de las desfavorables ya somos expertos) es necesario romper esa complacencia con la que nos desenvolvemos en el día a día. Debemos salir del área de comodidad que nos hemos creado, de esa burbuja aislante que nos protege de todo y tratar de vivir plegándonos a la naturaleza de la que procedemos. Pero en lugar de eso, casi siempre preferimos desconectar de cualquier situación que implique sacrificio o sufrimiento; es cierto que padecer, por el hecho de padecer, puede parecer una actitud estúpida, pero no se trata de regocijarnos en el sufrimiento, sino de afrontar la vida con plenitud..., para lo bueno y para lo malo. Aunque dicho esto, también señalaría que el sufrimiento constante en el que algunos parecen querer instalarse tiene el mismo potencial dañino que su contrario; como siempre, (y volvemos a toparnos con la palabra mágica) la vida debe estar presidida por equilibrio.
Decidir transformar o mejorar nuestro físico siempre requiere de un cambio de actitud, no la de realizar una simple dieta, y me da igual que sea alta o baja en un macronutriente concreto, siempre y cuando los alimentos que se consuman estén mínimamente procesados y las calorías se ajusten a las exigencias energéticas (bueno, con algunos matices). Esto que parece fácil en la teoría, en la práctica, como todos sabemos, resulta extremadamente complejo. Pero es verdad..., para tratar de conseguir un físico con un adecuado porcentaje de grasa corporal podría ser necesario algo más que un cierto control dietético. Es por ello que todo lo que hacemos en el día a día tiene el potencial de favorecer o entorpecer este proceso. En nuestra mano está el resultado final.
Tratar de adelgazar es una buena decisión cuando los kilos de más se han establecido como signo distintivo de nuestra fisionomía, pero no siempre la pérdida de peso debe estar asociada con una mejora de la salud. En muchas ocasiones, cuando cambiamos nuestros hábitos alimenticios, pensamos que la pérdida de peso lo justifica todo, pero esto debería quedar siempre supeditado a un segundo término. No podemos alabar ningún tipo de dieta que exclusivamente se centre en la pérdida de peso, si la salud se ignora en este proceso. Si de algún modo la forma en que nos alimentamos disminuye nuestro rendimiento físico o vitalidad, si altera negativamente nuestras emociones o determinados parámetros relacionados de algún modo con la salud (por ejemplo un aumento desmesurado del colesterol), simplemente lo que estamos haciendo no sirve de gran cosa.
Por este motivo no creo simplemente en una dieta; cualquier transformación de nuestro físico debe estar orientada siempre a reforzar la salud, si no lo conseguimos, perder peso, se convierte en una labor contraproducente. Siempre que se altera la homeostasis de nuestro organismo se van a producir una serie de efectos contrarreguladores con el fin de evitar que esos cambios se materialicen. Es por ello que la pérdida de peso requiere de paciencia, tesón y sutiliza; mucha, mucha sutiliza. Generalmente, las rápidas pérdidas de peso son contestadas por movimientos contrarios a la tendencia pretendida. Por este motivo no sirve ajustar a la baja constantemente las calorías consumidas, esto simplemente podría llevarnos a un callejón sin salida.
Pero como he mencionado antes, todo lo que hacemos tiene el potencial de alterar el resultado final, por ello, además de los alimentos que ingerimos, se podrían emplear una serie de "recursos" que en principio deberían ayudar a nuestros fines, y digo en principio, porque luego, a la hora de la verdad, podrían ser incluso perjudiciales si no son adecuadamente utilizados.
¿Y cuáles son esos "recursos"?, bueno, además de la propia dieta, contamos con la actividad física, el ayuno y el frío.
Claro, esto es lo que ha llevado a muchos a pensar que la dieta cetogénica, el entrenamiento de alta intensidad, el ayuno intermitente y la exposición al frío son la piedra angular del cambio, y no voy a negar que en algunos casos esto haya sucedido, pero la ambigüedad encerrada en todos estos conceptos puede haber conducido a un buen número de personas a padecer síntomas de estrés crónico, quedándose "enganchadas" en el modo supervivencia. Y este es uno de los mayores enemigos que podemos encontrar a la hora de mejorar la composición corporal, y no sólo porque será más difícil adelgazar, sino que nuestra la salud también podría resentirse si nos cronificamos en nuestro proceder.
Las rutas metabólicas que se ponen en marcha con determinados cambios puede ser un arma de doble filo si no se emplean adecuadamente. Accionar determinados interruptores en nuestro organismo puede potenciar algunas funciones mientras que otras son parcialmente silenciadas. Esto no es ni bueno ni malo, pero debemos entender que, durante nuestro proceso evolutivo, el entorno actuó como regulador maestro, y cuestiones como la escasez o abundancia de alimentos, o los ciclos estacionales representados por diferentes temperaturas, habrían tenido el potencial de modificar nuestro metabolismo en función de esas circunstancias.
Pero actualmente estos cambios cíclicos no operan en el entorno que nos rodea; nos hemos aislado tanto que, en realidad, nuestra vida ha pasado de ser regulada por cambios estacionales a ser completamente lineal. Claro, como no podría ser de otro modo, nada sucede sin consecuencias, y lo que estamos viendo es la respuesta de un metabolismo que se ha cronificado en su proceder.
Efectivamente, la ausencia de actividad física, una temperatura constante, el exceso calórico, la artificialidad de la luz que nos rodea y que extingue la oscuridad de la noche, han creado un entorno predecible y enfermizo. Y ese metabolismo, otrora altamente adaptable, se doblega sumiso al entorno creado, expresando la monotonía de la realidad que le rodea.
Esto es lo que debemos entender y comprender. Si nuestro entorno es silenciado, nuestro organismo se calcará como fiel reflejo. Por ello necesitamos imponer constantes cambios en nuestro proceder, simulando esa alternancia que antaño nos conformó, algo que provocará modificaciones en el conjunto de hormonas circulantes y favorecerá las transformaciones más adecuadas en nuestras mitocondrias, que son las centrales eléctricas encargadas de producir energía y calor procurando nuestra ansiada vida.
Pero estos cambios del entorno, en realidad, deben ser considerados como un problema que ha de ser solventado por un metabolismo óptimo. Esto es lo que garantizará una transformación favorable. Pero, la verdad, es que no sabremos hasta qué punto su funcionamiento podría ser el adecuado después de años de aislamiento. Las personas obesas, resistentes a la insulina o diabéticas, por poner unos ejemplos claros, mostrarán ya una menor capacidad adaptativa ante las diversas modificaciones que podamos imponer. Esta menor flexibilidad metabólica, propiciada por una función mitocondrial alterada, impedirá la rápida conmutación entre los diferentes sustratos energéticos, lo que podría producir efectos deletéreos en nuestro organismo en un entorno altamente cambiante. Es por ello que restaurar esa hipotética capacidad requiere SUTILEZA y PROGRESIVIDAD, y esos "recursos" mencionados, y que iremos viendo en los siguientes post, podrían ayudar a resolver algunos problemas o por contra agravarlos. Como vemos todo es relativo.
Si hay algo que creo haber aprendido, es que las verdades absolutas (o mentiras) se fragmentan en el individuo relativizando su alcance, y que ciertas arbitrariedades, presentadas como auténticas verdades, quedan luego reducidas a medias verdades; en realidad, lo que caracteriza al individuo es la contingencia, nada le determina completamente, y esos principios generales que tratan de definirlo pierden su engarce en el caso particular. Todas las grandes teorías, corrientes o tendencias que han pretendido "atraparlo" han chocado siempre con la excepción, que en lugar de confirmar, para mí, no hacen sino desmentir la regla. Creo que todos sabemos a qué me refiero.
En los siguientes post, hablaré de esos recursos de los que he hablado, y como estamos en invierno, empezaré por el frío en lugar de la alimentación.
Muy buen artículo con el que estoy 100% de acuerdo. Has dicho una frase que aunque se vaya escribiendo últimamente con más asiduidad, no somos conscientes del alcance de su significado: "lo que caracteriza al individuo es la contingencia, nada le determina completamente, y esos principios generales que tratan de definirlo pierden su engarce en el caso particular" A partir de esta premisa nace un campo de trabajo muy amplio, en el que parece que solo algunos, estáis entrando a investigar. Me refiero a las particularidades de cada individuo, a no establecer dogmas por norma en los protocolos dietéticos de las personas con problemas de obesidad o con ganas de mejorar su salud, a saber gestionar las emociones/frustaciones de quien choca continuamente con la misma pared alimentando un sentimiento de incapacidad e insatisfacción personal cada vez mayor...en fin, resumiendo, personalizar la dieta y el ejercicio desde un punto de vista individual, basado en las particularidades de cada persona e intentando re-conectar nuestro organismo con lo que ha llegado a ser en algún momento de nuestra existencia, se acercará mucho más al principal objetivo que deberíamos perseguir todos, una mejora de la salud.
ResponderEliminarGracias por el post y espero impaciente el siguiente.