lunes, 22 de septiembre de 2014

OBESIDAD, OSTEOARTRITIS Y TAL VEZ ALGO MÁS.

   La obesidad no es sólo una cuestión estética como a estas altura todos sabemos, y por mucho que esta fuese considerada hace tiempo como un signo de buena salud, arrastrar más peso del necesario no es, ni mucho menos, el principal problema.  ¿Y cuál es entonces?, sin duda la inflamación..., esta es como una bomba de relojería que tarde o temprano estallará en alguna parte causando importantes daños. Hay que entender que el tejido adiposo no es un tejido inerte o un mero almacén de calorías, además de esto, cuando sucede su hipertrofia también aumenta la liberación de adipoquinas como la IL-6, IL-1Beta, TNF-α, resistina y leptina, y aunque necesarias para la diferenciación y maduración celular, también tendrían la capacidad de arrastrar al organismo a un estado pro-inflamatorio cuando su cantidad sobrepasa ciertos limites. Esta inflamación de bajo grado puede actuar en cualquier tejido, por ejemplo, en los miocitos (célula muscular) podría impedir la translocación de los transportadores GLUT-4 a la superficie, disminuyendo, por tanto, la captación de glucosa, también en el hipotálamo, podría interferir con las vitales funciones que regulan el gasto y la saciedad al producir resistencia a la leptina y a la insulina...

  Cuanto mayor sea nuestro tejido adiposo, mayor también serán los niveles de estas citoquinas inflamatorias y por tanto más marcados serán los efectos. Y como la leptina ha dejado de ser percibida no podrá impedir que progresivamente este "almacén" graso avance inexorable, empeorando cada vez más las cosas. 

   Pero la leptina no es inocua, como nada lo es cuando se desequilibra. Esta hormona pertenece a la familia de las citoquinas, y por tanto, también puede ser considerada inflamatoria. No sólo se une a su receptor OB, sino que además comporte receptor con la IL-6 (GP-130), estas uniones dan lugar al factor de transcripción STAT3, que junto a los factores de transcripción (JNK y NF-kB) producidos por las otras citioquinas mencionadas,  darían lugar en el núcleo, a la expresión de genes inflamatorios. Pero no exclusivamente, porque también se activarían una serie de enzimas con capacidad de atacar la matriz extracelular del cartílago (metaloproteinasas y agrecanasas) desencadenando un proceso osteoartrósico. Tradicionalmente se había sugerido que el mayor peso de las personas obesas podría ser el responsable del desgaste prematuro de los cartílagos, pero ahora se sabe que la leptina o mejor dicho la hiperleptinemia, junto al resto de citoquinas inflamatorias expresados por el tejido adiposo, tiene un impacto directo en la degradación del cartílago (aquí). 

  Podríamos pensar que el mejor tratamiento entonces es el antiinflamatorio, pero que duda cabe que hay algo todavía más efectivo que eso y con menos efectos secundarios: reducir los niveles de citoquinas inflamatorias, ¿cómo?, con ejercicio y dieta. ¡Qué complicado!

  Sí, es complicado, no lo voy a negar, pero si no atacamos la causa inicial, de poco nos servirá "cosernos" con antiinflamatorios crónicamente. Este tandem, actividad física y dieta, deben ir siempre de la mano por el efecto sinérgico que ocasiona en la pérdida de peso, pero es cierto que el ejercicio físico cuenta además con una ventaja que lo hace ineludible: produce citoquinas antiinflamatorias como la IL-6, pero...,¿no era inflamatoria?, no cuando actúa como mioquina (citoquina procedente del tejido muscular), porque en este caso se produciría además la liberación de otras de naturaleza antiinflamatoria, como la IL-1ra (que impide la unión de la IL-1beta con su receptor) y la IL-10, y además inhibiría la producción de TNF-α (aquí); pero IL-6 también actua a nivel central aumentando la sensibilidad a la insulina y leptina (aquí), ¿esto qué significa?, mayor facilidad para reducir el peso. ¿Alguién da más?

   Esta claro que el camino es complicado, pero los problemas que acarrea la inflamación de bajo grado son muchos y de diminensiones aún desconocidas, por ello es necesario atacar directamente la causa que la produce, venga esta de donde venga, y aunque ahora he señalado al tejido adiposo, nuestra mirada también deberá estar vigilante de lo que acontece en otro lugar, los intestinos; cualquier alteración de la microbiota podría favorecer ese mismo ambiente inflamatorio. De hecho, ambos focos generalmente suelen estar presentes retroalimentándose mutuamente. 

   Pero esta degradación del cartílago suena a enfermedad autoinmune, ¿verdad?, pues sinceramente, sí. En este sentido cabría preguntarse hasta que punto la hiperleptinemia y el resto de adipoquinas liberadas por la expansión del tejido adiposo no podrían constituir el nexo de unión entre la obesidad y las enfermedades autoinmunes..., porque esto mismo es lo que también deja entrever una revisión actual de 329 artículos(aquí). Bueno, creo que poco a poco son más las investigaciones que señalan esta causa silenciosa como el origen de un buen número de las enfermedades del siglo XX y XXI. Aunque a mi entender queda otro actor con un importante papel en esta película..., lo vemos en otro post.

1 comentario:

  1. Comentario de Emilio---
    Hola , recientemente en mi búsqueda sobre información para gestionar programas de promoción de salud de tipo generalista, he podido observar varias cosas, desconocimiento, por no llamarlo ignorancia, prepotencia desde la atalaya de los supuestos" expertos" , en el ámbito medico practica de la salud fuera del contexto científico actual contemporáneo( siguiendo inercias desafortunadas-medicaciones , pautas nada correctas he incluso desconocimiento) y para acabar estupidez y lo mas grave bajo compromiso ético por no llamarlo intereses creados...
    Recientemente he podido trabajar sobre textos de de la rehabilitación metabólica fundamentados en varios estudios y he seguido la figura del Doctor en Fisiologìa Molecular Deportiva Carlos Saavedra donde se comparten los mismos postulados que aquí comentas ,
    Gracias por tu blog y tus aportes

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