Se pensaba que la grasa parda sólo estaba presente de manera especial en los recién nacidos, y a medida que se maduraba esta iba desapareciendo hasta llegar a la edad adulta donde quedaban meros vestigios sin un rol fisiológico, pero parecen existir nuevos datos que sugieren mayor relevancia de la prevista, mostrando actividad en condiciones normales y aumentándose por exposición al frío, y que unos simples gramos de este tejidos pueden ser suficientes para inducir un consumo de unos cuantos kilos de tejido adiposo blanco anualmente.
La grasa parda es un tipo de tejido adiposo importante en los animales que hibernan como las marmotas, murciélagos, ratas, conejos, o de otros que, aunque no hibernan, desarrollan una hipotermia superficial, como el caso del oso. Pero su existencia en el hombre..., ¿puede significar que en algún momento de su pasado evolutivo precisó de un mecanismo parecido a la hibernación?, lo desconozco realmente, pero si puedo decir en base a una publicación en el British Medical Journal, que algo parecido puede estar anclado en nuestra genética. Según se recoge en la mencionada publicación hubo un pueblo campesinos rusos que debido al frío extremo y la escasez de comida pasaban la mitad del año en una especie de sueño tipo hibernación (aquí). Por tanto, es posible pensar que este tipo de grasa parda pudo tener una función primordial en nuestro pasado evolutivo.
Pensemos en las profundas diferencias que existen entre estos dos tipos de grasas: la blanca y la parda. Mientras la primera servía de almacén de combustible en forma de triglicéridos y que se acrecentada de manera notable en las estaciones más calurosas y abundantes en comida, (la grelina y NPY serían las hormonas más destacables), la segunda, la grasa parda, tendría la función de proporcionarnos una temperatura constante que nos mantuviese vivos, reduciendo nuestra temperatura y por ello nuestro metabolismo (efecto ahorrador), consumiendo precisamente la grasa blanca, y posibilitando, de este modo, soportar los duros fríos inviernos, donde los alimentos serían muy reducidos (leptina sería la predominante). Podríamos estar hablando de un importante mecanismo regulador anual de frío-calor. Con la llegada de la primavera nuestro tejido adiposo blanco estaría ampliamente reducido, pues habría sido consumido como combustible por la grasa parda, generadora de calor; en esos momentos la leptina sería baja, y la grelina y el neuropéptido Y (NPY) estarían, por contra, acrecentados de manera notable, lo que impulsaría a la búsqueda de alimentos; así de este modo y progresivamente, iríamos aumentando nuestra tejido adiposo (blanco) hasta llegar a al inicio de las estaciones frías. La leptina estaría ya más elevada, por lo que inhibiría el NPY y la proteína asociada a Agouti y activaría en el núcleo arcuato la pro-opiomelanocortina (POMC) y transcrito regulado por cocaína-anfetamina (CART) induciendo saciedad (más información aquí), requisito primordial para soportar la escasez de comida propia de las estaciones frías. Ahora pensemos en los recientes descubrimientos que relacionan la melatonina con la formación de la grasa parda..., ¿se podría especular una supuesta relación entre el sueño, oscuridad, frío y grasa parda?, bueno eso lo deberán determinar otros, pero este nuevo papel de la melatonina como formadora de grasa tipo café podría estar obedeciendo precisamente a este ciclo anual frío-calor.
Lo que no cabe duda es que la grasa parda puede tener un importante rol antiobesidad. Se sabe que las personas obesas suelen presentar una menor proporción de este tejido en comparación con personas delgadas, algo que sugiere que las personas delgadas pueden serlo precisamente por la mayor proporción de este tejido. En este sentido, en un estudio que se llevó cabo en la Universidad de Linkoping con 18 voluntarios a los que se les sometió a un dieta hipercalórica con un incremento de la ingesta diaria del 100%, la respuesta metabólica mostró profundas diferencias entre los sujetos del estudio; mientras que algunos engordaron de forma alarmante, otros en cambio, se mostraron resistentes a la obesidad, siendo precisamente las personas delgadas las que menos engordaron manifestando sentir mayor sofoco y calor por efecto de la dieta que las personas obesas. Por lo que es posible especular que la mayor actividad de la grasa parda se asiente como uno de los motivos de la mencionada resistencia a la obesidad. En relación, a lo anterior y fruto de mis experimentos con el frío si que puedo afirmar que ante los excesos calóricos mi cuerpo emite tanto calor como si de una estufa se tratase...,¿podría ser por una mayor actividad de la grasa parda?, puede, pero si alguno de vosotros decide experimentar con la exposición al frío no estaría de más saber vuestra experiencia en este sentido.
Como siempre digo, si vamos a realizar algo, la progresividad debe ser la base fundamental que promocione el cambio, si directamente pasamos a experimentar la crudeza del frío podríamos acabar con una pulmonía, y lo digo en serio. Por tanto, si queréis añadir a vuestra rutina de entrenamiento los efectos beneficiosos del frío, comenzar poco a poco, bajando ligeramente la temperatura del termostato de la calefacción, buscando ropa un poco más ligera y comenzando con duchas de agua tibia, para ir enfriándola a medida que nos vamos adaptando. Después de un tiempo estaremos cada vez más acostumbrados al frío, y podremos percibir no solo una gran sensación de vitalidad, sino también como esos michelines van desapareciendo en el invierno, eso sí, siempre que lo acompañemos de una dieta moderada en calorías e hidratos, no obstante, y esto os lo aseguro, a medida que vayáis profundizando en vuestra experiencia con el frío percibiréis menos hambre, por lo que en este sentido tampoco os preocupéis mucho de este asunto.
Saludos Carlos. Desde que hiciste el primer post sobre termogenesis inducida por frío he probado lo que he podido con este tema. Procuro no abrigarme en exceso, y el termostato de casa ha bajado algún grado a pesar de tener niños, esto debido tb a las continuas y brutales subidas de combustible. Uno de los mayores problemas a los que me enfrento en este tema son las 6 horas diarias que paso trabajando en la piscina climatizada, 29°/30° continuos todo el año. Eso si, voy en bañador y sandalias. Trato de compensarlo saliendo al jardín a enfriarme, colocarme al lado de una ventana abierta y con una bolsa de gel que tengo en un congelador poniéndomela de vez en cuando en el cuello (detrás y por los lados) y en las axilas. Se supone que es donde mejor se activa este tipo de grasa. Procuro acabar la ducha con unos litros de agua fría. También tomo melatonina, la de Nowfoods. Bueno, esta es mi experiencia. Creo que me está yendo bien, aunque como dices, también trato de llevar una dieta moderada en hidratos refinados y ejercicio aeróbico moderado diario y. 2-3 días sesiones de 30 min. de fuerza. Todo influye y no se en que proporción cada cosa. Un saludo a todos.
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