viernes, 12 de abril de 2013

ADELGAZAR Y RESISTENCIA A LA INSULINA

   Si yo tuviese que elegir de entre las siguientes situaciones: obesidad elevada, sobrepeso, o un proceso de adelgazamiento, como la situación más perniciosa para el organismo, creo que dudaría entre la primera y tercera opción. En otras palabras creo que es mejor tener un ligero sobrepeso que intentar adelgazar. Y ésto, aunque puede resultar contradictorio, en realidad cuando lo explique se entenderá mejor.

   Cuando una persona presenta una obesidad elevada, tiene o puede tener en un futuro próximo, una serie de trastornos negativos, que principalmente suelen comenzar como una ligera resistencia a la insulina que agravándose el tiempo podría desencadenar en diabetes tipo 2. El motivo de tal deterioro hay que buscarlo en el propio tejido adiposo. Pero antes de continuar, veamos cuales son las funciones que realiza la insulina en los tejidos periféricos:

-En el tejido muscular estimula la captación de glucosa.
-En el hígado inhibe la producción de glucosa.
-En el tejido adiposo inhibe la hidrólisis de los triglicéridos y al igual que en el tejido muscular, estimula la captación de glucosa que es almacenada como grasa.

   La pregunta que cabe hacerse en éste momento es: ¿qué produce esa resistencia a la insulina?. La cuestión antes era explicada del siguiente modo, cuando una persona llevaba una alimentación rica en azúcares, aumentaba los niveles de glucosa en sangre, liberando el páncreas una cierta cantidad de insulina con el fin de reducir esos niveles y mantenerlos en un rango adecuado, pero al hacerlo constantemente y durante muchos años, los distintos tejidos comenzaban a no "escuchar" bien la señal de la insulina, lo que obligaba al páncreas a segregar cada vez más cantidades, hasta que éste órgano agotado, dejaba ya de funcionar. Es decir, se consideraba que era un problema del metabolismo de la glucosa. Ahora en cambio, se sabe que ésta resistencia a la insulina tiene su origen en la acumulación de ácidos grasos en los distintos tejidos periféricos, lo que progresivamente deteriora la capacidad de la insulina para ejercer su función en la célula.

   Toda ésta situación podría comenzar en el tejido muscular. Cuando nos encontramos en reposo, tan solo el 20% de la glucosa es captada por dicho tejido, pero cuando se segrega insulina la captación se eleva considerablemente hasta el 80%, donde la glucosa se almacena como glucógeno, una vez alcanzado dicho limite el exceso se almacena como grasa. Pero el problema en realidad surge cuando en lugar de almacenarse como trigliceridos, que es lo habitual, lo hace en una serie de intermediarios como pueden ser las ceramidas, el diacilglicerol y los acil CoA de cadena larga, los cuales tienen la capacidad de inhibir la señal de la insulina, dando lugar a un menor transporte de glucosa y una menor formación de glucógeno en el tejido muscular (la culpa de ésta forma de almacenarse podría deberse a citoquinas inflamatorias como las  Interleuquinas (IL-6)y el Factor de Necrosis Tumoral alfa). Cuando ésto ocurre, la glucosa permanece elevada durante más tiempo siendo necesaria más cantidad de insulina para ejercer el control glucémico con eficacia. Con el tiempo las células beta del páncreas, se ven incapacitadas para lograr los niveles adecuados de glucosa, dando lugar primeramente a una situación de prediabetes y finalmente degenerando en la enfermedad propiamente dicha.


  Aunque el principal problema de la resistencia a la insulina se da en el músculo esquelético, en el tejido adiposo también ocurre, lo que se traduce en que se efecto antilipolítico de la insulina no se manifieste provocando la liberación de más ácidos grasos, los cuales llegarían nuevamente al tejido muscular y al propio hígado, fomentando la resistencia igualmente a la insulina en éste último, lo que promueve una producción incontrolada de glucosa, empeorando aún más la situación. Si nos damos cuenta, ésto es un autentico círculo vicioso, que lleva al organismo a una espiral destructiva.

  Así pues, vemos como la obesidad promueve una menor sensibilidad a la insulina, principalmente por la acumulación de ácidos grasos en las células de los tejidos periféricos, y que éstos trastornos desencadenan primeramente en un síndrome metabólico, que incluye dislipidemia, hipertensión arterial y resistencia a la insulina, y que tan sólo son el aperitivo de lo que podría venir después.

  Volviendo a la cuestión del principio de éste post cabría preguntarse, ¿qué tiene que ver todo éste proceso de insensibilización a la insulina infundido por los ácidos grasos, con el proceso de adelgazamiento?, pues mucho, diría yo. Cuando comenzamos a llevar una dieta, lo que tratamos es de "liberarnos" de los antiestéticos michelines, ésto conlleva la hidrólisis del nuestro tejido adiposo, y la liberación de ácidos grasos a la circulación sanguínea, esos mismos ácidos grasos, son los que tienen la facultad de causar resistencia a la insulina. No existe diferencia, la acumulación en los distintos tejidos son los que producen dicha insensibilización. ¿Qué se puede hacer ante éste panorama?. Sencillo, evitar que se acumulen, ¿cómo?, OXIDÁNDOLOS; efectivamente, cuando llevamos una dieta y no realizamos ningún tipo de actividad física, parte de ese tejido adiposo será oxidado en la mitocondria, pero no todo, ese trasvase de grasa, al resto de los tejidos ha se ser oxidado completamente para evitar que se formen esos intermediarios de los que hemos hablado, y la única forma, es que "se quemen" completamente en nuestro tejido muscular. El mejor ejercicio para ello es el de resistencia suave, que es el que implica mayormente las fibras rojas, ricas en mitocondrias, especialistas precisamente en la oxidación de ácidos grasos. De hecho ésta actividad, si se realizase diariamente y en la proporción adecuada podría evitar incluso los problema mencionados a las personas obesas.

   Si realizamos una dieta para quitarnos unos kilos, hemos de realizar ejercicio para evitar que esos ácidos grasos liberados causen problema de resistencia a la insulina. Si no lo hacemos podríamos ponernos en una situación peor a la que estaríamos si no hiciésemos nada. Pero además si hacemos esas dietas que se hacen para el verano, y no la acompañamos del correspondiente ejercicios, después del efecto rebote que se producirá nos encontraremos con un mayor problema del que teníamos al principio, porque en ese viaje de ida y vuelta habremos perdido parte de la sensibilidad que teníamos a la insulina.

  Además, hay que tener en cuenta que muchas de la toxinas se acumulan en el tejido adiposo con el fin de evitar complicaciones al resto de los órganos, pues bien, cuando se pierde grasa, esas toxinas son nuevamente liberadas a la circulación sanguínea pudiendo causar trastornos en distintas partes del cuerpo y fomentando procesos inflamatorios, por tanto, cuando decidamos que vamos a perder peso, pensémoslo mucho, porque los viajes de ida y vuelta contribuyen a desensibilizarnos con respecto a la insulina y además llenan nuevamente nuestro organismo de toxinas. En resumen, si finalmente decidimos hacer ese viaje, que solamente sea de ida, porque como ya hemos visto el proceso de adelgazamiento no es ni mucho menos la mejor situación para nuestro organismo.

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