miércoles, 13 de febrero de 2013

TERMOGÉNESIS INDUCIDA POR EL FRÍO.



El otro día hablaba del libro que se estaba convirtiendo en un bestsellers "Seis Semanas Para Ser Un Pibón", de Venice A. Foulton, donde uno de sus consejos era darse baños de agua fría por unos 15 minutos, ésto en la esfera paleo ya era bastante popular hace tiempo y  era conocida como TERMOGÉNESIS INDUCIDA POR EL FRÍO, y puede ser interesante para aquellos que están interesados en la pérdida de grasa, pero para ello hay que tener en cuenta algunas cuestiones. Veamos cuales.

  Primeramente hay que saber, que cuando una persona realiza un tipo de actividad física más o menos intensa el combustible principal que va a ser utilizado es el glucógeno muscular y en menor medida el tejido adiposo, pero cuando nuestro interés se centra en pérdida de éste último parece coherente realizar ejercicios más suaves con el fin de asegurarnos que el sustrato oxidado provenga mayormente de las grasas; por ejemplo, cuando nos encontramos en ayunas éste será el combustible más  empleado en el mantenimiento de nuestro metabolismo basal, y si además añadimos alguna tipo de actividad física moderada incidiremos aún más sobre nuestro tejido adiposo. Con el agua fría puede ocurrir lo mismo que con el deporte, es decir sumergirnos en una bañera helada provocará sin lugar a dudas fuertes "tiritonas", que equivalen a un tipo de entrenamiento parecido al que se produce con las contracciones isométricas, porque de éste modo nos aseguramos el mantenimiento de nuestra temperatura corporal a expensas de nuestro glucógeno. Ésto puede ser interesante realizar (siempre y cuando estemos acostumbrados), como una parte del entrenamiento físico donde incidimos principalmente en el agotamiento del glucógeno, de hecho 15 minutos sumergidos en éste agua puede ser un auténtico entrenamiento. Pero cuando se trata de utilizar mayormente la grasa, no es necesario llegar a ese estado donde el cuerpo comience a temblar de frío, sino simplemente con bajar la temperatura del agua algunos grados puede ser más que suficiente como para que el cuerpo tenga que recurrir a las grasas para intentar mantener la homeostasis térmica, aunque también podría ser buena idea bajar el termostato de la calefacción o abrigarnos un poco menos (de todos modos, aunque no sea por la grasa, nuestra salud también nos lo agradecerá)

 No quiero decir con todo ésto que una persona que quiera perder algo de tejido adiposo deba de realizarlo, sino simplemente que sepan que existen unas cuantas herramientas que pueden ser utilizadas para éste propósito. Muchas veces en nuestro afán de perder algunos kilos extras podemos recurrir a termogénicos, que no son otra cosa que una serie de sustancias que de forma individual o en combinadas actúan sobre nuestro metabolismo aumentando nuestra temperatura corporal, por lo que en el mantenimiento de nuestra homeostasis térmica perdemos grasas;en la termogénesis inducida por el frío, ocurre lo mismo pero al revés, como la temperatura exterior es más fría que la de nuestro  cuerpo, nuestro metabolismo se activa con el fin de generar calor, lo que conlleva igualmente a la utilización de nuestro tejido adiposo, es decir conseguimos el mismo resultado con el procedimiento opuesto, pero sin los efectos secundarios que los primeros producen como pueden ser nerviosismo, irritación, insomnio, náuseas, taquicardias, etc, etc.

 Por otro lado, parece ser que con el frío podríamos estimular nuestra grasa parda (o grasa marrón debido al gran número de mitocondrias),que según estudios que se están realizando, ponen en relieve que se trata de un tejido que demanda mucha energía para proporcionársela al organismo y elevar su temperatura cuando hace frío, además suele ser inversamente proporcional al grado de adiposidad, es decir cuanto menos grasa parda más masa corporal de posee. Éstos mismos estudios parecen indicar que simplemente 50 gramos de ella,  podrían quemar hasta el 20% del gasto diario de energía de un adulto, algo que sin duda habría que tener en cuenta.

 Ya para finalizar, tan sólo indicar que si utilizamos el frío de forma adecuada se puede convertir en una herramienta eficaz para nuestros propósitos de perder algunos kilos de más. No obstante si pensamos en nuestros antepasados del paleolítico, me cuesta imaginármelos dándose algún baño de agua caliente, o con la calefacción a tope en la cueva, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario