jueves, 4 de octubre de 2012

ADIÓS A LOS CEREALES


   Creo que somos muchos los que en algún momento hemos tratado de llevar una dieta, y que nos funcionó hasta un determinado momento,pero al final por distintos motivos decidimos abandonar. Se me ocurren los siguientes motivos para ello:
    
    -Nos cansamos de seguirla sin más .
    -Llegamos a un punto donde nos atascamos en la perdida de kilos, 
    -"Pecamos" en algún momento con alimentos desaconsejados.
    -Los resultados son muy lentos
    -Nos encontramos cansados, ansiosos e irritados.
   
   Bueno, podríamos continuar con muchos más motivos, pero generalmente detrás de todos, siempre se encuentra la falta de uno de los puntales del Ser Humano: LA VOLUNTAD. Ella es el pilar de nuestra existencia. Está siempre detrás de nuestros grandes logros, y es la que guía nuestros pasos de forma férrea e inquebrantable hasta alcanzar las metas propuestas. Es la que marca la diferencia entre personas de iguales capacidades. Ella es en definitiva, el remero de nuestro barco que es la existencia ("ser"). Su fuerte y musculoso torso es capaz de enfrentarse a mares embravecidos, tormentas, corrientes, remolinos y toda suerte de obstáculos que el caprichoso destino ponga ante nosotros. Pero no todos tenemos ese remero fuerte y corpulento necesario para desafiar los avatares del destino. Sin sueños e ilusiones, no tenemos destino en la vida y por tanto nuestro remero no rema, y en su lugar contempla feliz y tranquilo el cielo mientras permanece tumbado boca arriba con sus brazos cruzadas detrás de la nuca. Pero no está solo, a su lado se han tumbado también el timonel (IMAGINACIÓN) y el vigía (PERCEPCION),  tampoco son ya necesarios para llevar la nave, ésta se mueve errática arrastrada por las corrientes con las que se va encontrando. ¿Para qué esforzarse?, ya se llegará a algún puerto, no hay prisa, la vida hay que disfrutarla. Pero el capitán al ver ese panorama de su tripulación intenta convencerlas para que vuelvan a su trabajo, pero finalmente desiste y decide que su forma de entender las cosas es la más acertada y se une al grupo. Son felices contemplando el cielo y las nubes, las corrientes hacen todo el trabajo...y al caer la noche duermen plácidamente. Pero no todos en el barco piensan de la misma manera. Hay un personaje de aspecto destartalado, un poco loco y muy charlatán (EL SUBCONSCIENTE) que siempre dice las cosas que a los demás no les gusta escuchar y les hace sentir intranquilos.  Por eso decidieron que el mejor sitio donde podía estar, era encerrado en la mazmorra, y así no escucharlo más. Pero en realidad, nuestro personaje  no está tan loco como los demás se piensan, el sabe que el desastre puede aparecer en cualquier momento y grita desde su encierro para alertar de la desgracia. 

   (El pensamiento presenta dos vertientes: la racional o lógica, que es la expresada en nuestra relación con el entorno, y  la irreflexiva,  más relacionada con los impulsos y los instintos además de una serie de conductas "rebotadas" de esa parte racional. Esta parte irreflexiva o subconsciente permanece casi siempre muda, pero cuando habla hay prestarla atención porque nos pueda indicar que algo no va bien.)


  Hemos de considerar a la Voluntad como algo que hay que disciplinar, no podemos pretender que su fortaleza se manifieste en su máximo esplendor si no estamos acostumbrados a hacer uso de ella. Por ello  siempre que queramos acometer algún cambio, debe ser de una dificultad razonable para evitar su agotamiento.



   Nuestra transición a un tipo de dieta ancestral, en realidad va a ser fácil al principio, pero luego con las semanas, la ilusión con la que comenzamos se disipará progresivamente, y en su lugar empezaremos a percibir cierta ansiedad a los alimentos eliminados. Es natural, al igual que un toxicómano al que se le retira su droga empieza a manifestar su dependencia, nuestra droga que han sido los hidratos simples y refinados que durante años formaron parte de nuestra dieta, ahora al desaparecer dan paso a un síndrome de abstinencia, pero con todas las letras. Por tanto, hemos de estar prevenidos, porque esto va a ocurrir.

   Y cuando esto ocurra que hacemos....respuesta: continuar, continuar y continuar. Nuestra voluntad tiene que erigirse por encima de la tentación. Nuestra meta no se encuentra a 3 ó 4 semanas vista, está mucho más allá, pero no hacía delante sino hacia atrás. Atrás en el tiempo, tanto como miles y miles de años, donde el ser humano desplegaba sus verdaderas capacidades, fruto de una evolución que forjó un ser superior. Y esas capacidades aún permanecen en nuestro interior, latentes, esperando que vuelvan a ser invocadas. Eliminemos con alegría toda esa serie de alimentos que no han hecho otra cosas que someter nuestra afamada reputación de cazadores-recolectores y convertirnos en ese ser antinatural, achacoso , enfermizo y patán que pretende erigirse por encima de la naturaleza sin darse cuenta que en realidad  somos su despojo. Superado este primer embate  a nuestra nuestra voluntad, (porque lo superaremos sin duda), ella se habrá hecho un poquito más fuerte.



  Así pues, empezar el cambio, supone reconocer no los alimentos que vamos a tomar sino los que vamos a eliminar. Empezaremos con los cereales y las legumbres, ya he hablado de lo nocivos que pueden llegar a ser pero el más perjudicial es sin duda el Trigo. Es quizás el cereal más modificado con fines productivos que existe, pero esta modificación está aumentando la cantidad de gluten y gliadinas, lo que puede estar detrás del alarmante aumento de casos de celiaquía. Se puede decir que todo el mundo que los consume tiene un aumento en marcadores inflamatorios, lo que significa que existe un daño real a la mucosa intestinal. En EEUU está apareciendo la moda de tomarlos sin gluten, para evitar precisamente este más que presumible daño al intestino, pero yo me pregunto, ¿no sería mejor dejar de consumirlos?. Cuando una persona consume algún alimento, el que sea, debe preguntarse ¿qué me aporta? en el caso de los cereales hemos de considerarlos como alimento de 3 ó 4 orden, primeramente porque tiene antinutrientes como los fitatos y lecitinas, contiene   sustancias como el gluten del que ya he hablado, y su fibra insoluble, por mucho que nos la quieran vender como algo positivo, no existen estudios que muestren beneficios para la salud.




   Y si hablamos de su valor nutricional vemos, que es una alimento en realidad pobre. Pero no solamente es cuestión del escaso nivel nutritivo, es además un alimento muy rico en hidratos de carbono, y aunque quieran vendernos pirámides nutricionales donde se erigen como la base de la alimentación, esto no es cierto. Cuando nosotros  comemos no debemos considerarlo con un mero acto que pretende callar el rugido del estomago hambriento, sino algo mucho más profundo. El alimentarse supone un  acto por el cual no solamente vamos a obtener la energía necesaria para nuestras labores diarias, sino algo más importante,  el suministro de la materia prima necesaria para repararnos y regenerarnos. Todos nuestros tejidos todos, están formado por proteínas y grasas y no por hidratos. Es por ello que una buena alimentación nunca han de faltar. Pero no existe un almacén ilimitado para los hidratos más allá del que existe como glucógeno muscular y hepático, y estaríamos hablando de unos 500 gramos, entre ambos. Bueno si existe un almacén ilimitado para el exceso de carbohidratos, pero no sería como tal sino después de su transformación  a tejido graso. Así pues hemos de asumir, que un exceso de los mismos acabará indefectiblemente almacenado en forma de michelín. Bueno, también hay que ser justos, las proteínas y las grasas también.



   Con esto quiero decir primeramente, que las calorías consumidas sí importan, y mucho, si comes más de lo que necesitas engordas, no hay más, pero esto no significa que tengas que hacer cálculos del nivel de actividad, peso, corpulencia,  así como de los gramos que comes de cada uno de los macronutrientes, etc. Si esto fuera así, significaría que la naturaleza nos ha querido poco, muy poco, pues seríamos los únicos seres que para vivir correctamente lo tendríamos que hacer llevando siempre una báscula.

    El cuerpo tiene finos ajustes hormonales que se encargan de ello. Pero cuando la alimentación no es la que corresponde a una especie, es lógico pensar que el desequilibrio se instaure en nuestro propio cuerpo. Cada hormona, es un músico que toca su instrumento y son muchos los que participan en esta melodía: Insulina, Glucagón, Leptina, Grelina,  Neuropeptido Y, etc. son algunos de ellos. Pero si cada uno toca por su lado es fácil imaginar que lo que se escuche sea de todo menos música. Ni tan siquiera el director de esta orquesta, es capaz de poner orden, y acabaría moviendo la batuta de forma desaforada en una escena que resultaría como poco, desastrosa.

   Cuando se instaura la calidad y cantidad de los alimentos, el cuerpo vuelve a tocar melodías armoniosas. Ya sabemos, que hemos de evitar los cereales y legumbres, bueno ni que decir tiene de los azucares, y basar nuestra alimentación en pescados, carnes, vegetales, frutas y frutos secos principalmente. Simplemente con este paso vamos a mejor enormemente, pero no estaríamos expresando nuestro máximo potencial. Nos faltan dos pilares más: el entrenamiento de alta intensidad y el ayuno.


  Quizás alguno piense, que con dar éste primer paso, ya sea suficiente y no quiera ir más allá, pero animo a seguir con los otros dos, porque sin ellos los beneficios se diluyen completamente. Nuestros genes no solo obedecen a nuestros alimentos, sino también, a la falta de los mismos, aunque sea por un breve período de tiempo; pero además es necesario llevar el cuerpo al limite con ejercicios vigorosos.

   En realidad la secuencia comenzaría con el ayuno. El  hambre, es lo que despertaría en nosotros la necesidad imperiosa de comer, y por ello la necesidad de cazar. Lógicamente no vamos a coger una lanza e irnos al campo a buscar algún jabalí, pero si podemos imitar su desgaste con un entrenamiento muy intenso. Así pues, solo después de un ayuno, y un entrenamiento agotador(por intenso y no por duración) llegaría la hora de reparar. Nuestras células muestran en este momento su necesidad voraz de alimentarse, y nosotros le vamos a ofrecer la calidad que la naturaleza ha puesto en nuestro camino.

   Si aplicamos siempre esta secuencia, estamos en la senda correcta de una sana compensación. Nuestros genes retrocederían decenas de miles de años atrás, y nuestra evolución como seres humanos seguiría su curso, saltándose los que llevamos de involución.

   Sólo empujando al cuerpo más allá de sus limites, mediante el ayuno y el entrenamiento de intensidad estamos en la senda adecuada para que los alimentos sirvan única y exclusivamente para producir en el organismo los cambios estructurales necesarios, para devolver al ser humano la plenitud perdida.


























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