jueves, 13 de diciembre de 2012

FILOSOFÍA DEL DEPORTE


  Siempre me gusta "perder un poco el tiempo" observando como entrena la gente; y lo pongo entre comillas porque en realidad, no es tal la perdida, pues el camino seguido por otros, puede servirme o no de inspiración. Pero como en todas las facetas de la vida, nuestra forma de hacer las cosas nos define. Nuestras virtudes y nuestros defectos quedan plasmado en la realización de un ejercicio. Yo suelo emplear habitualmente una frase que dice: "dime como entrenas y te diré como eres". La ansiedad, el narcisismo, la obsesión, la frustración, etc, suelen quedar reflejados, en tu manera de entrenar. Tu estabilidad emocional, es percibida simplemente en tu forma de ejercitarte.
  Son muchas las personas que entrenan, y muchos los motivos para hacerlos, pero detrás de todos ellos siempre está el mismo: sentirse bien; y éste motivo, vale para todo el mundo, inclusive para el atleta de élite, que aunque su objetivo, pueda ser ganar, en realidad detrás de ese triunfo o ese fracaso, (no siempre se gana) queda algo mucho más importante y es la satisfacción personal.


    Pero  no siempre logramos dicha meta. ¿Por qué?, pues sencillamente porque trasladamos nuestra personalidad al deporte, porque proyectamos en él una parte muy importante de nuestro carácter, porque doblegamos nuestra actividad deportiva a los rasgos más elocuentes de nuestra forma de ser.  Y ésto puede ser un cuchillo de doble filo. Nuestras obsesiones, nuestros trastornos,  nuestros anhelos, pueden contribuir a que nuestra actividad deportiva sea una parte más de esa personalidad "herida", y en lugar de lograr esa estabilidad, que el deporte debería depararnos, se convierte en un elemento distorsionador más. 

    Conducirnos por la vida, arrastrando los problemas, condiciona cualquier momento futuro de nuestra existencia y borra la posibilidad de encontrar ese espacio libre y necesario para comportarnos de una manera más equilibrada.

  Si en realidad somos capaces de despojarnos de los vicios que limitan nuestra personalidad a la hora de entrenar, tendremos la posibilidad de encontrar en el deporte no solo la evasión a un mundo hiriente que hemos de soportar, sino la herramienta más potente para recuperar el equilibrio psíquico y físico perdido en un momento de nuestra vida. Veamos el deporte, sea cual fuese la disciplina elegida, como el momento más adecuado del día para renunciar a esos retazos de nuestra personalidad que nos condicionan y nos arrebatan la posibilidad de ser un poco más libres.

  El deporte es competición, pero no debemos enfocar nuestro objetivo en ganar, sino en ser mejores, porque solamente cuando damos lo mejor de nosotros mismos, puede que algún día podamos ganar y si ese día nunca llega entonces seguiremos sintiéndonos satisfechos porque en ese camino de mejora que un día decidimos emprender, aprendimos  una lección muy importante, y es que vida plena es la que se consigue a base de esfuerzo, tesón y sacrificio, pues sin ellos la existencia  se torna lúgubre y vacía, convirtiéndonos en seres caprichosos y mezquinos, sin la más mínima capacidad de poder escapar de ese mundo de preocupaciones que a menudo acompaña a las mentes atormentadas.

  Si aprovechamos ese momento que nos brinda el deporte para lograr, aunque sea por un instante, despojarnos de esos desequilibrios que atenazan a nuestra personalidad, y obramos con coherencia y el sentido común, no solamente habremos mejorado en nuestra disciplina deportiva, sino que habremos logrado algo mucho más grande e importante y es el ser MEJOR PERSONA.

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